Javier Moro recuerda la medalla española que su tío Dominique Lapierre tenía en la mesita de noche

El escritor francés fallecía este viernes a los 91 años y Javier Moro ha recordado a su tío en COPE

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Javier Moro recuerda la medalla española que su tío Dominique Lapierre tenía en la mesita de noche

Pilar Abad

Publicado el - Actualizado

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‘La ciudad de la alegría’, ‘¿Arde París?’, 'Oh, Jerusalén' o son algunos de los grandes éxitos literarios, best seller, del escritor francés Dominique Lapierre que fallecía este viernes a los 91 años.

Además de escritor, la vida de Lapierre está marcada por una gran generosidad con los más necesitados y su amor por la India. Para recordar su figura hablamos en ‘Herrera en COPE’ con Javier Moro, sobrino de Lapierre y también escritor que cuenta que “la última vez que hablé con mi tío fue en la Feria del Libro de Madrid de 2011”. Un día del que recuerda que Dominique “volvía encantado ese día de la Feria del Libro, como siempre, venía encantado porque decía que los españoles era la gente más afectuosa del mundo”.

Esa fue la última vez que Moro pudo hablar con su tío porque “tres días después volvió a su casa del sur de Francia y me llamaron para decirme que se había caído y que su cabeza chocó con el asfalto y que estaba en coma en el hospital”. Describe aquel momento Javier como “la primera muerte de mi tío Dominique”.

Desde aquel día, Lapierre “ya no recuperó la consciencia, nunca supo quién era ni quién había sido. Ya no nos reconocía”, relata Moro.

De su tío, dice Javier que era “un hombre muy activo; muy, muy trabajador; muy contento siempre y muy optimista”. Destaca que “estaba muy imbuido de esa idea de la religión que le inculcó mi abuela, que nos inculcó mi abuela, que la religión era querer a la gente y, sobre todo, ayudar a los demás y eso siempre se le quedó grabado”. Y añade “era muy entrañable, era muy de verdad, no era nada impostado, era muy auténtico”.

Cree Moro que Dominique “a los 50 tuvo una especie de crisis, justo antes de ‘La ciudad de alegría’ y decidió que su vida tenía que tener un sentido y qué mejor sentido que repartir, compartir y hacer del mundo un mejor lugar para vivir”. “Y fue su descubrimiento de la ciudad de la alegría, de los arrabales aquellos terribles de Calcuta, aquel libro que vendió 12 millones de ejemplares que le permitieron realizar su sueño, era un sueño de un Quijote: vamos a cambiar el mundo”

Confiesa Javier que su tío “lo creía, creía que podía hacerlo y a mí me embarcó en parte de ese sueño también”.

También ha recordado Moro los cinco Rocío que vivió junto a Lapierre “que era muy rociero y de la Hermandad de Los Palacios” y cuenta que cuando murió en su “mesilla de noche tenía la medalla de esa Hermandad”.

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