Tres canciones del 'ojalá'

Con Fidel Moreno, repasamos tres ejemplos en los que la palabra “ojalá” tiene un papel determinante.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La palabra ojalá (del árabe hispánico law šá lláh 'si Dios quiere') está muy presente en grandes canciones de nuestro cancionero. Una interjección que expresa el vivo deseo de que suceda algo tenía por fuerza que colarse en el repertorio de nuestras mejores canciones amorosas. Hoy repasamos con Fidel Moreno en la sección "Qué me estás cantando" tres ejemplos de canciones en los que la palabra “ojalá” tiene un papel determinante.

Comenzamos este repaso con la más evidente, con Ojalá, quizás la canción más famosa de Silvio Rodríguez. Una balada que compuso con 21 años, y en alta mar, en un barco cubano que volvía de Senegal. Fue un viaje fundamental para la música cubana, porque entre otros temas, estaba la canción de Ojalá, que registró en una de aquellas casetes un 23 de diciembre de 1969. La versión que escuchamos es la canónica que grabó, por cierto, en España, en los estudios Sonoland de Coslada, en 1978. Se trata de una canción dedicada a una novia que tuvo, una tal Emilia Sánchez, a la que él consideraba su gran amor. Como se puede apreciar en la canción se trata de una mujer culta, que siempre tiene la palabra precisa y la sonrisa perfecta, Silvio además ha contado que esta mujer le enseñó a poetas como César Vallejo, que era una mujer, en palabras de Silvio, “mucho más evolucionada, más inteligente y más culta” que él. De hecho, la canción se puede leer como la de un hombre que se siente desconcertado ante la superioridad de la mujer a la que ama.

Después escuchamos una canción de Muchachito Bombo Infierno, más reciente y mucho menos importante que la de Silvio, tiene algunos versos comunes con Ojalá y es también una suerte de conjuro, de exorcismo, festivo en este caso: se muestra también una idea de amor tan intenso que acaba siendo paralizante. Frente al amor siempre, en general, oscilamos entre dos miedos: el miedo al abandono, a que nos abandonen, y el miedo a ser invadidos, a que nos agobien. Y los amores más apasionados se presentan en estas canciones con esa contradicción, no podemos vivir ni con ellos ni sin ellos, son como la enfermedad y la medicina, las dos cosas a la vez. O como una condena que a la vez nos hace sentirnos libres. Por eso, Muchachito pide poder librarse del recuerdo constante de la mujer a la que ama y a la vez se plantea la posibilidad de, a través del sueño, poder estar siempre que quiera con ella. Es la canción más famosa de Muchachito Bombo Infierno, se llama Siempre que quiera, pero se conoce más por el comienzo del estribillo: “Ojalá no te hubiera conocido nunca”.

Y para despedirno, una canción maravillosa de José Alfredo, un maestro en eso de despedirse con el orgullo herido, pero sin perder del todo la dignidad y la poesía. Se trata de la tonada ranchera Que te vaya bonito, que también como las anteriores utiliza la interjección “ojalá” como un conjuro para poder alejarse del amor. Si ojalá significa etimológicamente “Dios quiera”, es como si el amor fuera una fuerza tan poderosa que solo recurriendo a la ayuda de dios podemos librarnos de su influjo. Que te vaya bonito, fue una canción que compuso José Alfredo por una de las discusiones habituales que tenía con su última mujer, la también cantante Alicia Juárez, que era entonces una jovencita veinteañera. Si la canción de Silvio y la de Muchachito retratan a dos mujeres poderosas, en esta, si escuchamos bien, va dedicada a una mujer quejosa que le reprocha al marido una mayor atención.  La escuchamos por rumbas interpretada por la gran María Jiménez.