Reino Unido y Francia preparan un plan de paz para Ucrania: "Si falla, las consecuencias no serían predecibles"

José Antonio Zarzalejos analiza el episodio vivido en la Casa Blanca y cómo afecta a la reunión que tuvo lugar en Londres este domingo

Redacción Herrera en COPE

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La emboscada, por así decirlo, a Zelenski en la Casa Blanca el pasado viernes, protagonizada por Trump y su vicepresidente Vance, es un acontecimiento, según estamos contemplando, que se valora como verdaderamente histórico y revelador. Sobre todo, revelador. Lo analiza José Antonio Zarzalejos en su 'Sexto Sentido'.

"Hemos descubierto, quizá, al trumpismo en su versión más terrible y descarnada. No es un movimiento político porque tras su brutalidad no hay un proyecto ideológico, sino una mera cultura de poder, como denunció ya en 2016 el politólogo norteamericano Paul Berman en edición española de Letras Libres de octubre de ese año. 

Decía que sus votantes “son personas que le apoyan precisamente porque es grosero, arrogante y violento, lo que les permite que ellas también lo sean”. Y añadía que “Trump se ha presentado como un estafador que desea ser visto como un estafador y que desea también que te reconozcas como su víctima”. 

Si se proyectan esas reflexiones sobre las escenas repugnantes del acoso a Zelenski en la Casa Blanca, se empieza a entender la naturaleza del trumpismo. Unas escenas en las que las Trump fue protagonista y el ucraniano, la víctima. Pero en las que intervinieron dos cómplices particularmente miserables. 

El vicepresidente Dance, que azuzó el escarnio, y ese mal llamado periodista Brian Glenn, un tipo que sirve a una TV ultra, que, ante la impasibilidad de todos los presentes, le zahirió a Zelenski por su indumentaria. Hasta ahí llegó el ensañamiento con el presidente de Ucrania que, por fortuna, no firmó el expolio de los bienes de su país ni su rendición a Putin. Dio un ejemplo inolvidable a los americanos".

¿Le está pasando factura a trump?

"No hay duda. La agencia Gallup ya ha señalado que Trump es el presidente con menos apoyo tras su primer mes de mandato desde hace setenta años. Y la reacción en los medios norteamericanos, en lo que valga, fue terminante. 

Por ejemplo, M. Gessen, analista habitual para temas del este europeo del NYT, escribía un texto demoledor el pasado sábado que titulaba así: “Putin está listo para repartirse el mundo y Trump acaba de entregarle el cuchillo.” El nuevo orden mundial consiste, precisamente, en establecer tres liderazgos mundiales. 

El ruso, de las dimensiones de la Unión Soviética, lo que implica la colonización de Ucrania y la amenaza sobre los países bálticos y a varios estados del este europeo (Polonia, Rumania, Hungría, República Checa); el liderazgo chino sobre todo Asia y el norteamericano sobre el resto, con neutralización de Europa en sus dos formas de organización que estructuran el continente: la Unión Europea y la OTAN de la que Elon Musk ya ha reclamado se dé de baja Estados Unidos, así como de la ONU. 

Este propósito se conseguiría con la promoción de las fuerzas políticas radicales en Europa: la extrema derecha y la extrema izquierda. El mapa está ya esbozado en la Alemania que salió de las elecciones del pasado 23. Y Alemania, como enseña la historia, es contagiosa".

cÓMO HA AFECTADO A LA CUMBRE DE LONDRES

"Los países presentes en la cumbre han visto las orejas al lobo Europa tiene potencial económico, incluso militar, para asistir a Ucrania y sostener su arsenal bélico con compras a los Estados Unidos. Pero el grave problema -que, por ejemplo, vemos con deslumbrante claridad en España- es que los dirigentes europeos carecen de capacidad política y las sociedades occidentales no están concienciadas sobre la entidad del problema que supondría la rendición de Ucrania Rusia con la imprescindible colaboración de Estados Unidos.

La decadencia política es “un proceso en el que las élites se apropian del gobierno para sus propios fines” (según la definición de F. Fukuyama). Eso es lo que ha ocurrido en EE. UU, pero también en Europa, y, por supuesto, en nuestro país. Alguien ha comparado este tiempo con la Belle Époque, esos años anteriores a la primera guerra mundial en 1914. 

Eran aquellas sociedades con la guardia baja, disfrutando del momento, sin atención a los riesgos. ¿Pasa ahora lo mismo en la vieja Europa mientras en la Casa Blanca Trump jugueteaba con el riesgo y la amenaza de una III Guerra Mundial? 

Tal vez, Carlos. Porque si el plan de paz para Ucrania que ayer se diseñó en Londres por el Occidente libre falla, y puede hacerlo, las consecuencias no serían ahora mismo predecibles. Y para predecible, la Corona británica: Carlos III improvisó un encuentro con Zelenski en Sandringham. Todo un valeroso desagravio al ucraniano.