En 'La Linterna de la Iglesia'

Manuel Gullón, sobre las enfermeras mártires de Astorga: "Para ellas, lo primero es el sacrificio, la entrega"

El presidente de la Fundación Enfermeras Mártires de Somiedo nos habla de la figura de las tres nuevas beatas

Redacción Religión

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Hoy es un día de fiesta para la Iglesia. En la catedral de Astorga se va a celebrar la misa de beatificación de tres enfermeras de la Cruz Roja: M.ª Pilar Gullón, Olga Pérez-Monteserín y Octavia Iglesias. Tres mujeres, mártires, que fueron asesinadas por odio a la fe el 28 de octubre de 1936 en Pola de Somiedo, en Asturias, durante la persecución religiosa que tuvo lugar en nuestro país en los años 30. En 'La Linterna de la Iglesia' hemos hablado con Manuel Gullón, sobrino de Pilar y presidente de la Fundación Enfermeras Mártires de Somiedo.

Para Manuel es un día grande, porque su tía Pilar está un poco más cerca de los altares: "Para nosotros es muy emocionante, es un orgullo para la Fundación, especialmente para la familia. Los sobrinos nunca hubiéramos pensamos, cuando iniciamos esto en el año 2006, que hoy, 29 de mayo de 2021 íbamos a acabar celebrando esta ceremonia de beatificación. Han sido 13 años de trabajo duro, pero maravilloso".

"Las tres enfermeras eran tres laicas que vivían su fe desde tres perspectivas muy parecidas y, a la vez, muy diferentes. Pilar vivió su fe perteneciendo a diversas congregaciones marianas, de Acción Católica, Hijas de María y Conferencias de San Vicente de Paúl. Y, después, estando en la parroquia y viviendo siempre al cuidado de todos sus seres queridos. Ella, cuando regresa a Astorga, decide hacerse voluntaria de la Cruz Roja porque piensa que es un momento muy especial para cuidar a los heridos en la Guerra Civil", explica el conde de Tepa.

"Octavia es algo muy parecido. Bastante mayor, tiene 41 años, y durante muchos años pertenece a estos movimientos de caridad. Decide lo mismo que su prima Pilar, dedicarse a hacer este curso de enfermera de la Cruz Roja para presentarse voluntaria como enfermera. Y Olga igual. Muy amiga de ambas, decide lo mismo. Están en Astorga y forman ese trío que decide, en unos momentos de verdadera convulsión social en España, ir voluntarias frente a esta situación. Yo creo que es un gesto tremendo de generosidad", señala el presidente de la Fundación Enfermeras Mártires de Somiedo.

Su fe fue un factor capital a la hora de tomar la decisión de presentarse voluntarias para la Cruz Roja: "Está claro que eso entrañaba un peligro, y la prueba es que, al no renegar de su fe, entregaron su vida por Cristo. Ellas ya sabían que se arriesgaban a perder su vida y, efectivamente, la perdieron. Sabían que podía pasar esto. Cuando les pidieron renegar de su fe, no estaban dispuestas a hacerlo. Estaban cuidando a los heridos y, cuando habían abandonado todos su puesto, ellas decidieron no hacerlo. Prefirieron seguir cuidando a los heridos. Para ellas, lo primero es el sacrificio, la entrega y estar siempre pendientes de los demás. Tres jóvenes dispuestas a entregar todo por los demás".

Hoy hace casi 85 años de su asesinato, pero el mensaje que nos dejan está muy vigente en nuestros días, como explica Manuel Gullón: "Es un testimonio que hoy está de actualidad. La situación es radicalmente distinta, en la que la gente debemos dar testimonio de entrega hacia los demás. Hoy, en una situación política distinta, yo creo que la gente joven, y los no tan jóvenes, debemos tomar nota de lo que hicieron por los demás. No importa que fueran católicas, es un ejemplo vivo de lo que deberíamos hacer todos: entrega, cariño, fortaleza, pasión y generosidad hacia todos los demás. Eso está vivo y permanece".