El mensaje de aliento de Irene Pozo ante la tragedia de la DANA: “La muerte no es el final del camino”

La directora de la 'La Linterna de la Iglesia', Irene Pozo, transmite un mensaje de esperanza para los familiares que han perdido a un ser querido en la catástrofe natural

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Qué tal, muy buenas noches. Hoy, día de Todos los Santos, miramos de una forma especial al Cielo, con una mirada agradecida a quienes no solo son nuestros intercesores, sino también un ejemplo de vida.

Dice el Papa Francisco en su exhortación ‘Gaudete et Exsultate’, sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo, que «La santidad es el rostro más bello de la Iglesia». Es una fiesta bonita en la Iglesia donde todos estamos llamados a ser santos.

Pero ¿qué significa ser santo hoy? ¿Cómo miramos a los santos del futuro? ¿Dónde están los retos de la santidad?

Recuerdo unas palabras del cardenal Semeraro, el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, que decía que “al igual que el mundo ha cambiado desde los tiempos de los grandes santos, también debe cambiar el modo en el que la gente responde la llamada de Dios”. Creo que ahí está la clave…

Pero a veces, mirar al cielo, también cuesta un poco. Las víctimas del temporal que ha sacudido tan brutalmente a diferentes puntos de nuestro país y que se ha cebado especialmente con la Comunidad Valenciana, deja muchos ‘porqués’ encima de la mesa. Creo que es humano llorar por los fallecidos, por los damnificados. No hay consuelo para quienes tienen que afrontar las consecuencias de esta terrible situación. Pero hoy quiero dejar aquí una palabra de aliento que acompañe y ayude a consolar a quienes tanto están sufriendo.

Mañana celebramos el Día de Difuntos. Se hace raro hablar de ello cuando uno piensa en tantas familias desconsoladas. Aún así creo que todos podemos hacer algo, con nuestra oración, para ayudar a vivir ese duelo que tanto cuesta aceptar. Para que la esperanza cristiana nos recuerde, en estos momentos tan duros, que la muerte no es el final del camino, sino el principio de la verdadera vida.

      
             
      

Y para que no nos olvidemos de la solidaridad con aquellos que son nuestros hermanos. Esa también es la vía de la santidad a la que nos llama hoy la Iglesia