Ana Medina: "La música, otro tesoro de Benedicto XVI"

Despedimos a un gigante de la espiritualidad del siglo XX, y se merece que hablemos de la que ha sido siempre su inseparable compañera de viaje. Así definió el mismo Ratzinger a la música en más de una ocasión. En la música encontraba alegría y consuelo desde que siendo muy joven, experimentara, además, la capacidad del lenguaje musical para acercar a Dios. En 2015 refirió cómo al oír las primeras notas de la Misa de coronación de Mozart le parecía que el mismo cielo casi se abría y podía sentir la presencia del Señor. Para Benedicto XVI, la música era un instrumento capaz de abrir al ser humano a la dimensión del espíritu, a la belleza y el Bien absolutos. Una manera ideal para anunciar a Cristo, de hacer perceptible el Misterio de Dios con elocuencia.

Nació en él de niño esta pasión que siempre le acompañaría. Además, era un gran músico, dotado de un singular talento para el piano, y enamorado de compositores de todo tipo, desde Giovanni Perluigi da Palestrina, Vivaldi, Verdi o Pärt.

Este maestro de la humildad, la confianza y la ternura, nos deja también este tesoro ¡y qué tesoro! La música… capaz, como él mismo dijo, de infundir «esperanza en el corazón humano, tan marcado y a veces herido por la condición terrena». «Existe, afirmaba, un misterioso y profundo nexo entre música y esperanza, entre canto y vida eterna».

Ana Medina

Ana Medina es periodista y escritora. Desarrolla su labor profesional en la Delegación de Medios de Comunicación de la Diócesis de Málaga y colabora en prensa, radio y televisión con diversos medios nacionales, como COPE, TRECE y la revista Ecclesia entre otros. Doctora en Comunicación Audiovisual, es profesora en los Centros Teológicos “San Pablo” de Málaga y autora del libro “La Iglesia y la alegría de comunicar”, editado por la Diócesis de Málaga. Más recientemente, ha publicado el poemario “Vagón Silencio” (ed. PPC, 2021). En 2020 recibió el I Premio de Poesía en Tiempos de Dificultad de la Fundación Cultural Herrera Oria.