Vivir la Pasión de Jesús ''desde el corazón femenino'': "Yo he visto a Jesús salir del sepulcro resucitado"

Carlota Valenzuela, conocida por recorrer a pie y "sola" el camino de Finisterre a Jerusalén, 6.000 kms., e invita a unirnos a las mujeres de la Pasión esta Cuaresma

Redacción Religión

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El Vía Crucis es una oración que sigue estando de actualidad, como demuestra Carlota Valenzuela, una joven granadina, muy cerquita de mi tierra, conocida por sus proyectos con Juan Manuel Cotelo en Infinito+1. A ella la vida le ha enseñado mucho por medio del peregrinaje, un término que está muy de actualidad con el Jubileo de la Esperanza, que nos invita a ser peregrinos. Así cuenta cómo perdió la fe siendo joven: «Tuve la gran suerte de nacer en una familia maravillosa en la que además tuve unos abuelos santos, un matrimonio santo, y yo mamé la fe de ellos». 

Luego tomé decisiones muy poco acertadas en mi vida y me alejé de Jesús, pensando que la libertad estaba lejos de las iglesias, lejos de las normas, lejos de todo aquello que se me imponía. Y estuve alejada y “perdidilla” como nuestro amigo el hijo pródigo. Estudié la carrera en Granada y en aquella época me topé con un novio evangélico. Así fue como el Señor me trajo de vuelta. Ahí redescubrí a Jesús y ahí me trajo de vuelta a la casa del Padre y ahí crecí en la fe, volviendo a mis raíces católicas».

Sin embargo, volvió a la Iglesia hasta el punto de convertirse en una influencer en toda regla. Jesús la llamó por medio de un novio evangélico que la hizo regresar a su fe católica. Pero la vivía con un poco de tibieza, o eso cuenta: «Yo estaba trabajando en Madrid llevando una carrera profesional de lo que podría definirse como éxito mundano. 

Me iba muy bien, estaba muy contenta, creía yo. Pero en el fondo de mi corazón había un pequeño vacío en el que sentía que había una felicidad a la que yo no estaba accediendo. Y en ese vacío decidí preguntarle a Dios, ¿y tú qué quieres de mí? ¿Con qué soñaste cuando me creaste? Y ahí puso en mi corazón el deseo de peregrinar a pie a Jerusalén. Yo solo tuve que ponerme la mochila, no hubo ni siquiera una respuesta por mi parte».

La cuestión es que Carlota no se lo pensó dos veces, se cargó la mochila y se fue a Jerusalén. Su peregrinaje la llevó a recorrer a pie, sin planes, en manos de la Providencia, desde Finisterre hasta la Ciudad Santa. Una auténtica locura, lo cual es parte, dice ella, del Plan de Dios. «Yo creo que el Señor se vale de que soy una inconsciente. Creo que si lo hubiera pensado mucho, no me hubiese atrevido. Si uno se pone a hacer cálculos, esto, como tú dices, es una auténtica locura. Una chica sola, joven, por el mundo, por países que no son especialmente seguros –o eso es lo que nosotros creemos–, sin tener sitio donde quedarse, sin tener que comer, pues creo que el Señor se valió de mi inconsciencia para sembrar esta semilla en mí y pedirme que me lanzara. Como nos dice en el Evangelio de Juan: “venid y veréis”, yo sentí que Jesús me dijo “ven”», cuenta.

Y se puso en camino cruzando medio mundo. Su nombre es, de hecho, en Instagram, @finisterreaJerusalen. Quería salir del fin del mundo hasta llegar a donde todo comenzó, dice. Y en su camino descubrió esa fraternidad entre todos los hombres y mujeres del mundo, muy distinto a lo que recibimos a veces en muchos discursos políticos: «Cuando yo peregriné, sentí que con mis hermanos de Oriente me unía mucho más de lo que me separaba. Pero no te digo solamente con los cristianos orientales, sino te digo con el pueblo judío, con mis hermanos musulmanes. 

A mí, judíos y musulmanes me abrieron las puertas de sus casas, me hospedaron, me dieron de comer. Y yo me sentaba a hablar con ellos a la mesa y todo era unión. Había matices, como matices puedo tener contigo que vivimos la fe dentro de la misma Iglesia. Yo creo que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa y a veces esos discursos rupturistas me genera la duda de quién lo hace porque creo que los ciudadanos de a pie, como tú y como yo, estamos mucho más unidos».

De aquella peregrinación surgió un libro. Carlota recupera en él el testimonio de las mujeres que acompañaron a Jesús en su camino al Calvario. Este proyecto nació precisamente en Jerusalén. Al atravesar las murallas de la Ciudad Santa y querer rezar: «Cuando llegué a Jerusalén, crucé la muralla de la Ciudad Santa y entré por la puerta en la que Jesús es condenado a muerte. La primera estación que conmemoramos en el Via Crucis que nos ha dado la tradición de nuestra iglesia: en el Palacio de Pilato Jesús es condenado a muerte. Y cuando yo entré por la muralla de Jerusalén, empecé a meditar el Via Crucis y recuerdo la impotencia que sentí al ver el ruido del mundo, la gente que empujaba por esas calles, la gente que gritaba… 

Pensé que así no podía meditar tranquila, pero me di cuenta de que nadie hizo silencio entonces para que Jesús sufriera tranquilo. Y ahí entré en la profundidad de la Pasión y de una forma muy natural, mi corazón fue caminando por cada estación del Via Crucis y me ponía en el papel, en primer lugar, de nuestra santa madre y cómo ella vio sufrir a su hijo. También me ponía en el lugar de esas mujeres que el Evangelio nos va colocando en la pasión que acompañan a Jesús en los momentos en los que el resto de sus discípulos, quitando a Juan, desaparecen. Y meditando la pasión a través del corazón femenino... surgió este libro que es el Via Crucis de las mujeres y que recorre esos últimos pasos de Jesús durante la pasión, muerte y resurrección a través de cómo lo vivieron las mujeres que le acompañaron».

Ella rezó, uniéndose a estas mujeres: María, la Magdalena, la Verónica… Meditando las estaciones desde el corazón femenino, surgió el ponerlo por escrito y eso ha dado lugar a este libro basado en hechos reales que recorre, incluso con los sentidos, aquellos primeros pasos. Esto también le ha ayudado a ser mujer en la Iglesia. Carlota añade una última estación al Via Crucis que es la resurrección del Señor. Y ahí encuentra la clave: «Reconozco que he vivido con indignación durante mucho tiempo el papel de la mujer en la Iglesia. Me preguntado mucho ¿dónde estamos? ¿no salimos en las fotos? ¿no predicamos en los altares? Y eso me producía un poco de frustración, hasta que empecé a meditar la Pasión. Y lo primero que me sucedió fue que vi que en el momento en el que los discípulos escapan son las mujeres las que permanecen fieles y valientes.

 Lo de fieles siempre lo había tenido en cuenta, pero lo de valientes hasta que no he meditado bien la pasión no me había fijado. ¡Qué valientes fueron esas mujeres al permanecer al lado de Jesús! En el libro añado al Via Crucis una estación número 15, que es la Resurrección, la vigilia pascual. Y esa fue la estación que me dio la clave sobre el papel de la mujer en la iglesia. Cuando Jesús resucita, a la primera persona a la que se aparece es a María Magdalena. María, que al principio no lo reconoce, Jesús le habla por su nombre y le dice: “María”. Y María le responde “Rabuní”, que significa maestro. Y Jesús le dice, “ve a contarlo a los demás”. 

Ahí descubrí que yo soy María Magdalena, que yo he visto a Jesús salir del sepulcro resucitado y que lo que me pregunta es ¿a qué esperas para contárselo al mundo? Yo no necesito que nadie me pase un micrófono ni que nadie me dé un papel dentro de la Iglesia. Yo ya tengo un papel que es anunciar la buena noticia».

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