La pregunta: ¿hasta dónde puede caer el ser humano? ¿Cuál es su límite? Piénsalo. Ahora te voy a contar la historia que, como te digo, me ha impactado. La noticia la hemos conocido hoy pero nos tenemos que situar en el jueves 9 de enero. Te voy a llevar al barrio madrileño de Valdebernardo, una barriada bastante popular. Es de madrugada y hace bastante frío, 1 grado bajo cero. Un vecino que pasea por el barrio llama a la policía y alerta de que en la calle del Péndulo hay un hombre tirado en la calle.
Inmediatamente acuden unidades de la Policía Municipal y de la Nacional. Allí se encuentran con el cuerpo de un hombre de unos 50 años sin zapatos, sin abrigo, sin documentación y con una herida en el cuello. Junto a él hallan los restos de lo que creen que es una pulsera. Los agentes comprueban que el cuerpo no presenta signos de vida pero aún así llaman al SAMUR que cuando llega sólo puede certificar la muerte.
La autopsia determina que no había violencia y que la causa de la muerte era un infarto. A partir de ahí la hipótesis con la que se trabaja es que este hombre sufrió un mareo provocado por el paro cardiaco y cayó al suelo agonizante. Se calcula que cuando fue encontrado llevaba dos o tres horas muerto.
Lo increíble es que durante ese tiempo que permaneció su cuerpo sin vida en la calle le robaron, le saquearon, alguien se llevó todo lo que tenía de valor: los zapatos, el abrigo, el reloj y una cadena que llevaba en el cuello –por eso la herida que presentaba en esa zona.
La Policía está investigando el caso y el cuerpo se encuentra en el Instituto anatómico Forense esperando que alguien acuda a reclamarlo.
Te vuelvo a hacer la misma pregunta que te hacía hace un momento: ¿hasta dónde puede caer el ser humano? ¿Cuál es su límite? ¿Es capaz de desvalijar a alguien que ha muerto en plena calle? O lo que es peor, ¿hay alguien capaz de robar a una persona moribunda que está agonizando? Por lo que te acabo de contar, sí, hay quien es capaz de hacerlo.