Jorge Bustos: "La política migratoria es ya uno de los mayores fracasos del sanchismo"

El presentador de La Linterna hace balance de las medidas de Pedro Sánchez sobre migración en los últimos 6 años

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Moncloa ha anunciado hoy que Pedro Sánchez viajará a Mauritania, Senegal y Gambia, de donde procede la inmensa mayoría de los migrantes irregulares que emprenden la ruta canaria, previo pago a las mafias de tratantes de personas que florecen en nuestro tiempo como antaño floreció el negocio del esclavismo. Se calcula que el 83% de esos migrantes procede de Mauritania, adonde ya viajó Sánchez en febrero junto con Ursula von der Leyen.

Con poco éxito, por lo que hemos visto desde entonces: Canarias vive una crisis migratoria sin precedentes. A las islas ha llegado en lo que va de año un 152% más de migrantes que el año pasado, según datos del propio Marlaska. Que por cierto, también ha visitado a Sánchez en Lanzarote, suponemos que para algo más que para disfrutar de bellos atardeceres atlánticos en La Mareta.

Bien está que Sánchez trate ahora de poner en pie algo parecido a una política migratoria coherente. Hasta ahora, como en tantas cosas, solo ha pegado bandazos: del recibimiento publicitario del Aquarius a mandar a la Legión a Ceuta cuando aquella entrada masiva, o a multiplicar esas devoluciones en caliente que tanto le reprochaba al PP. El problema es que llega tarde. Llega muy tarde. Pedro lleva seis años gobernando este país, y otros seis años veraneando en Lanzarote.

Si alguna vez sale del palacio de La Mareta, se habrá dado cuenta de que la migración irregular constituye hoy la principal preocupación de los isleños. Y ojo, hace bien en tratar de atajar este problema en origen, regresando a esos países africanos con los que firma acuerdos… Que luego no se cumplen. A los gobernantes hay que juzgarlos por los resultados, no por sus viajes. Y en los medios de comunicación cada día damos cuenta de nuevas llegadas de cayucos a nuestras costas. Los recursos de Canarias están completamente desbordados, como no se cansa de advertir el presidente Fernando Clavijo.

La política migratoria es ya uno de los mayores fracasos del sanchismo. Y la situación no se resuelve culpando a la oposición, como siempre hace. El PP no solo ha asumido el coste de romper con Vox en las autonomías con tal de responder al llamamiento solidario de Canarias. También tiene la mano tendida para elaborar con el Gobierno en un pacto de Estado sobre migración, una ley que implique a todas las partes y establezca criterios claros y objetivos de acogida. Pero claro, el PSOE no quiere tomar la mano del PP porque entonces se la sueltan sus socios separatistas. Esos que no quieren migrantes en Cataluña porque ya tienen suficiente con los charnegos. Esos xenófobos de fábrica con los que Pedro dice haber formado una mayoría “progresista”.

Reconozcamos que la inmigración es uno de los debates más trascendentales de este siglo, y que afecta singularmente a España por ser frontera continental. Pero en este debate debemos procurar alejarnos de dos extremos igualmente perniciosos. En un lado está los buenistas o los fariseos, que propugnan una política de fronteras abiertas por la única razón de que no tienen que lidiar con las consecuencias de semejante propuesta. El buenismo migratorio acaba generando bolsas de pobreza, guetos incompatibles con la integración, y esos fenómenos los acaban pagando los barrios de las clases trabajadoras, no los pijoprogres de urbanización o de centro gentrificado que no se cruzan con un solo mauritano o marroquí en su día a día.

Pero en el extremo opuesto están los xenófobos de toda la vida, los afortunados de gatillo fácil que disparan antes de pensar que no todos han tenido tanta suerte como ellos. Los que asocian criminalidad a inmigración sin contextualizar los datos y sin reparar en que la causa más universal de la delincuencia es la pobreza, no el color de la piel ni la religión que se profesa. Los que creen que un mena es un monstruo abstracto con un machete, y no un chaval que se jugó la vida y vio cómo la perdía su amigo por el sueño de un futuro vivible.

Yo entiendo la magnitud del desafío migratorio. Pero afrontémoslo siempre bajo dos premisas: una, que los inmigrantes son seres humanos, no mercancías ni banderas electorales; y dos, que una política migratoria digna de ese nombre es la que, sabiendo que no caben todos, hace lo posible por integrar a cuantos deseen trabajar, convivir y tributar en un país tan demográficamente empobrecido como España.

Yo no sé si Pedro Sánchez es el hombre adecuado para cumplir con estos objetivos. Me temo que no. Pero se me ocurre una idea: igual puede pedir consejo a su mujer. No en vano Begoña Gómez ha sido directora del África Center, ese instituto que resultó bendecido con jugosos patrocinios. Seguro que ella sabe cómo enseñar a los jóvenes de Mauritania, de Senegal y de Gambia a hacer negocios.