Las diferencias entre una persona asocial y una antisocial: estos son sus rasgos y comportamientos
La neuropsicóloga Aurora García Moreno explica en 'La Linterna' los riesgos y características principales del trastorno de personalidad asocial
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hay personas que, desde pequeñas, disfrutan de la soledad. Una sensación que, en ocasiones, les acompaña durante toda la vida. Se rodean de personas, pero no demasiadas, formando un círculo muy íntimo, del que no salen.
La diferencia entre asocial y antisocial
Esta manera de vivir se conoce como asocial. Sin embargo, no debe confundirse con ser antisocial. La neuropsicóloga Aurora García Moreno ha detallado la diferencia entre los dos conceptos.
"El antisocial ha tenido una carencia de afecto durante la infancia que le ha dificultado formar vínculos afectivos", comenta. La razón de evitar la socialización es la "repulsión" que sienten por el resto de la gente, son rebeldes y no respetan las normas. En algunos casos, esto les lleva a "tener problemas con la ley".
Por el contrario, la persona asocial elige estar sola. "Tiene poco interés por las relaciones sociales, tiene amigos, pero no participan mucho en las actividades y salidas con ellos", apunta.
Los rasgos más característicos
Las personas más propensas a este tipo de comportamientos son las adultas. Aunque también ocurre en los jóvenes, se le atribuye a gente de más edad porque, con los años, van cambiando las interacciones sociales. Esto se debe a "la pérdida de familiares y amigos, separaciones, cambios de trabajo o problemas de salud" que van a ir "desencadenando" un aislamiento social.
Existe un componente hereditario, que puede ser un factor de riesgo. Pese a ello, si el ambiente no es el adecuado, no tiene por qué manifestarse. La educación y el entorno tienen un papel fundamental. También lo tienen el estrés y la ansiedad.
"Otro aspecto muy importante es el vínculo que se haya experimentado durante la infancia, que ha podido interferir en ese desarrollo de la autonomía y las relaciones sociales afectivas", reporta la neuropsicóloga.
Los asociales creen firmemente que las relaciones interpersonales son negativas, cohibiendo su libertad y sintiéndose controlados, incluso manipulados. Les hace estar muy pendientes de los demás, impidiéndoles ser ellos mismos y ser autosuficientes.
La consecuencia de esto es que limitan su actividad social a su familia y amigos. "No suelen tener déficit de relaciones porque eligen estar solos", añade. Igualmente, les falta motivación para entablarlas y no manifiestan sus emociones, "mostrando mucha frialdad".
El desarrollo social es "esencial" para el personal. Si las relaciones no se experimentan de "manera adecuada", repercutirá en la salud mental. No tiene por qué generar un trastorno grave, pero sí una "ansiedad social" por la presión de las personas que les rodean.
Eliminar "creencias erróneas"
"Partiendo de que es un rasgo de personalidad y la persona decide esta soledad, no tiene por qué existir déficit a nivel cognitivo ni circunstancial en el manejo de las relaciones personales, a priori", dice García.
En la consulta, la neuropsicóloga pone el foco en los mecanismos que mantienen "esas creencias erróneas", como el no necesitar de nadie o estar mejor solo. Esos pensamientos "distorsionados" deberían ser sustituidos por otros "más racionales y coherentes". "Van a fortalecer su autoestima y reducir su ansiedad. También va a aumentar su capacidad de afrontar las relaciones sociales", continúa.
García ha concluido revelando que le gusta trabajar "la exposición a esas situaciones" para identificar y eliminar la posibilidad de que aparezcan miedos que puedan dificultarlas o impedirlas.