Bustos en 'La Linterna'

"A los 'errejonistas' les ha tocado bailar con la más fea"

El bueno, el feo y el malo, con Jorge Bustos cada viernes en La Linterna.

Jorge Bustos en el estudio de COPE

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El comentario de Ignacio Camacho en 'La Linterna': “El 'pablismo' necesita reforzar su liderazgo cortando cabezas”

Ha sido una semana rara, llena de pausas, pero que nos deja personajes de lo más interesantes por encima del largo puente, y a veces por debajo. Pero empecemos por el que queda bien, que vuelve a ser una mujer, para que nadie pueda acusar a este sheriff de ser un machista desorejado.EL BUENO: Soraya Sáenz de SantamaríaNos resultan loables, casi enternecedores, sus esfuerzos por contentar a los descontentos, Marta. Sus frecuentes viajes a Cataluña, con la maleta llena de buenas intenciones y la palabra empatía en los labios, merecerían mejor destino del que todos sospechamos que van a cosechar. Hace tiempo que la Generalitat vive instalada en la insania, y además, aunque don Carles Puigdemont quisiera dar marcha atrás en su romántica huída de la realidad, su condición de rehén de la CUP no le dejaría recuperar la razón.Si vamos a hablar claro, toda la fanfarria patriotera de esteladas compradas en los chinos y sardanas jurídicas alrededor del Tribunal Constitucional se resume en el deseo de pagar menos y tocar a más. Se trata de amenazar permanentemente con que se van para que corramos a costear su permanencia. Y no seré yo quien golpee la barra del bar y exclame: “¡Pues que se vayan de una vez!”. Primero porque no abandonaremos a su suerte a los millones de catalanes –más de la mitad- que se sienten españoles. Y segundo porque a todos los demás, que también son españoles, les necesitamos tanto como nos necesitan ellos. Las misiones apostólicas de doña Soraya llevan detrás los cheques de don Cristóbal Montoro. Y bien estará si sirve para actualizar la financiación autonómica y bajar el volumen de la tabarra indepe un lustro. EL FEO: Íñigo ErrejónNo es que me lo parezca, es que así es como insiste en verlo su íntimo enemigo Pablo Iglesias. La guerra interna en Podemos según se acerca su congreso se está poniendo muy entretenida, pero a la facción 'errejonista' le puede tocar bailar con la más fea, o sea, con el sometimiento a la santa voluntad del gran timonel vallecano. Y es que el sistema de votación que pretende imponer Iglesias suscitaría la envidia del difunto Fidel Castro, por su capacidad para anular toda discrepancia.Y si hay que llamar a recuperar la ilusión, es porque esa ilusión en Podemos se ha perdido. El problema de los partidos-movimiento es que, si no consiguen el poder a la primera de cambio, se desinflan, porque su combustible no es la idea sino el estado de ánimo. Y no parece que los ánimos anden muy boyantes en una formación que se pretendía asamblearia y coral y va camino de convertirse en un emocionado tributo al caciquismo decimonónico.EL MALO: Carles PuigdemontEl president al que el flequillo de la utopía infantil no le dejaba ver el bosque de la ley vigente. O más que bosque, el jardín en el que se ha metido y del que no sabe salir. A Puigdemont el mocho capilar ya empieza a clarearle, señal de que la vida bajo la bota sudorosa de la CUP no debe de ser muy confortable. Su única baza es que la convocatoria anticipada de elecciones quizá perjudicase a la CUP tanto como a Juntos por el Sí, y ya se sabe que mal de muchos consuelo de indepes. Esa cumbre que ha convocado para el próximo 23 de diciembre se llama técnicamente reunión del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, pero no es más que una forma de dar alpiste a los chicos de la camiseta y la sandalia. No significa otra cosa que una cobra al beso de Soraya y un guiño a la vigilancia de Anna Gabriel, que tiene en sus manos la tijera con la que cortar radicalmente la legislatura lo mismo que se corta radicalmente la melena.BALAS EN LA RECÁMARAPodríamos hablar de la Gran Vía, o de que el estadio del Atlético de Madrid, el equipo de los amores de Juan Pablo Colmenarejo, pase a llamarse Wanda Metropolitano. La verdad es que la tendencia es preocupante. Si peatonalizan la Gran Vía, si cambian el escudo de un club centenario, ¿qué va a ser lo siguiente, que las grandes estrellas del fútbol paguen sus impuestos?