Nagore, tras dar marcha atrás a una hormonación: "Los que eran mis amigos ahora me llaman 'tránsfoba'"

Alejandro, padre de una joven trans, asegura en COPE que le prometieron un proceso lento y le dieron las hormonas el primer día

Redacción La Linterna

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Nagore tuvo una infancia feliz, se llevaba bien con sus padres y era una niña como cualquier otra. Disfrutaba en el colegio, era obediente y divertida, pero con el paso de los años empezó a sufrir acoso escolar. Sus compañeros de clase se metían con ella su cuerpo. Por eso, en la adolescencia tomó una decisión: “A los 15 años me empecé a declarar trans por una serie de problemas que tenía: autestisma, había sufrido bullying por mi cuerpo. Todo ello hizo que fuera a una psicóloga que me sugirió que igual yo era trans porque ocultaba mi cuerpo y, si rechazaba mi feminidad, era que igual yo era un chico”, explica la propia Nagore en La Linterna.

Ese fue el razonamiento de su psicóloga: como no se encontraba a gusto con su cuerpo, probablemente era porque estaba en el cuerpo equivocado. “Cuando hablé con mis padres no lo entendieron mucho y me dijeron que no iban a dejar transicionar, al menos de momento, no hormonalmente, porque iba a provocar cambios en mi cuerpo irreversibles, que yo con 15 años no podía tomar la decisión, y claro, me enfadé con ellos”, narra en COPE la joven.

Paloma, madre de Nagore, subraya que “como madre te sientes perdida, inquieta y en shock, porque no entiendes lo que está ocurriendo porque tu hija, de la noche a la mañana, sin dar signos de nada, te diga que es un chico te deja muy descolocada”.

En ese momento fue cuando empezó el trabajo de Paloma. Tenía que descubrir qué era lo que realmente le pasaba a su hija, por eso se puso a investigar sin parar. “Busqué información y no encontraba casi nada, ahora al menos los padres pueden buscar un punto de vista alternativo: vamos a esperar y explorar antes de empezar un camino que no tiene marcha atrás”

Buena parte de los tratamientos hormonales son irreversibles. Compromete la salud sexual, también la capacidad de tener hijos el día de mañana y el proceso abre la posibilidad de sufrir muchos efectos secundarios que no suelen aparecer en redes sociales. Imagínate tomar esta decisión siendo menor y sin consentimiento de tus padres. Por eso, en el caso de Nagore, fue vital el trabajo de otra psicóloga.

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“Me arrepentí cuando llevaba 3 años afirmada a través de las redes sociales, donde me decían que tenía que transicionar y que mis padres eran unos tránsfobos. Empecé a ir a una psicóloga que me llevó mi madre y empezó a tratar mis problemas previos de autoestima y de mi cuerpo pero con un enfoque de aceptarlo, lo que hizo que mi salud mental y mis problemas psicológicos se fueran”

Entre los 16 y los 18 años, en esa etapa clave en la que la Ley Trans contempla la autodeterminación sin consentimiento paterno y sin la evaluación de un especialista,

Nagore pensaba que era un chico. Luego se dio cuenta de que no. Ahora lleva una vida normal, acepta que es chica y sufre el acoso de los que no quieren que comparta su historia.

“Tengo 21 años, soy estudiante y he conseguido mejorar mucho en mis relaciones personales, mi autoestima y mi aceptación de mi cuerpo. Sí que es verdad que no tengo los mismos amigos que cuando me identificaba como trans, de hecho muchos de esos mismos me consideran tránsfoba. Me enfrenté a un acoso constante por contar mi experiencia”.

Alejandro: “Le dieron las hormonas el primer día”

¿Y qué pasa con los padres? La historia que te voy a contar ahora es un buen ejemplo. Se llama Alejandro y es el padre de Lucía, aunque ahora es un chico y la tratan como tal. De pequeña era una niña sin ningún problema, pero también sufrió bullying.

“Mi niña es una niña normal, como cualquiera, tengo fotos, le gustaba vestirse de princesa, con sus alas. Tuvo problemas de bullying en la escuela, era una niña sensible y se metían con ella”

Alejandro le compró un móvil para tenerla localizada y Lucía empezó a tener contactos con chats y foros en los que había mucha gente trans. Por eso un día cambió de opinión. A ella le gustaban los chicos, pero no se sentía mujer.

“Sobre los 17 y, sin previo aviso nos dice que es un chico atrapado en el cuerpo de una mujer, además complicado de entender, un chico gay atrapado en el cuerpo de una mujer. La llevamos a una psicóloga un par de meses y nos dijo que le dejáramos hacer todo”.

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Lucía era adolescente, pero ellos hicieron caso a la psicóloga y empezaron a tratarla como un chico durante un tiempo. Su hija vestía como un chico, se rapó la cabeza y sus padres lo iban aceptando.Hhasta que a los 18 años empezó la hormonación.

“Mi mujer y yo nos quedamos en shock, la psicóloga nos habñía dicho que toda la hormonación iba a ser lenta, que habría revisión psicológica y pautas, pero es mentira. En la primera visita le dieron las hormonas".

Los padres se opusieron a que su hija continuase con el tratamiento pero ya era tarde. Lucía sigue el proceso y la relación con su hija se ha enfriado mucho. lo que sabe Alejandro es que su caso no es único. “Mi sorpresa fue contactar con cientos de familias con el mismo problema, es un contagio social. Niños y niñas más sensibles o con problemas psicológicos que deciden ser trans”

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