Secuestran dos años a un sacerdote y su compañero en Roma se sorprende por lo que le cuenta de los captores

El Padre Pier Luigi Macalli pasó dos años en cautiverio hasta que fue liberado, una historia que recuerda Ángel Expósito en La Linterna

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Tras dos años de cautiverio, el Padre Pier Luigi Macalli consiguió volver a su casa, a Roma, donde le esperaba, no sólo su familia, sino sus compañeros y amigos. Uno de ellos, el Padre Marcos, pasaba hace unos días por los micrófonos de La Linterna, no sólo para relatar la historia del cautiverio de su compañero, sino para reconocer la sorpresa que se llevó tras oír lo que tenía que decirle sobre sus captores.

La historia del Padre Pier Luigi Macalli nos conmocionó y la seguimos muy de cerca en La Linterna. Un misionero italiano que dejó su país hace unos años para arriesgar su vida en África. Su objetivo era ayudar a los más pobres. Arriesgar su vida de manera literal. Porque la historia del Padre Gigi, como le conocen, es de las que ponen los pelos de punta. Dos años secuestrado en medio del desierto. Algo que sucedió durante su misión en Níger, era de noche cuando un grupo de encapuchados se plantó en su casa y se lo llevaron.

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Un secuestro de dos años

Ahora, dos años después de su liberación, publica un libro compartiendo su experiencia. Se titula 'Cadenas de Libertad' y lo edita Sociedad de Misiones Africanas. Dos años secuestrado en medio del desierto por un grupo yihadista, encadenado como un perro. La única noticia que hubo de él durante ese tiempo fue un vídeo breve que utilizaron como prueba de vida y aquí, en España, sus compañeros de misión rezaban por él y nos pedían que no dejásemos de contar su historia. Es el caso del Padre Marcos, misionero que ha pasado gran parte de su vida en África. El tiempo de espera se les hizo eterno.

“Muy largo, durante un año y medio no teníamos ninguna señal de vida, preguntábamos y no teníamos ninguna noticia. Recuerdo que cuando volvía a España atravesaba el desierto del Sáhara y miraba para abajo, me preguntaba dónde estaría, cómo lo íbamos a encontrar en medio del desierto”, comenta en COPE.

Cómo fue el regreso del padre Macalli a Roma

Sobre el título del libro, el propio padre Macalli reconoce que es una paradoja: “Es cierto, es una paradoja, Cadena de libertad. Estar encadenado es una experiencia que me ha humillado y no le deseo a nadie. Las cadenas hablan de mi combate interior, hecho de tantas preguntas de búsqueda de un sentido. Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Pero las cadenas han abierto mi espacio de libertad interior. Una noche me dije que aunque mis pies estaban encadenados, mi corazón no lo estaba”, explica.

Además, recuerda emocionado cómo fue el reencuentro, no sólo con sus compañeros en Roma, sino con su propia familia, especialmente con su sobrino: “Lo primero que he apreciado y no olvidaré nunca es el abrazo con mi familia el primer día de libertad, nada más llegar a Roma. El abrazo con mi sobrino Andrea duró 2 minutos, he llorado lágrimas que han lavado mi corazón de dos años”.

La sorpresa por lo que cuenta de sus captores

Más de una vez han preguntado al misionero italiano si se llegó a plantear en algún momento la violencia durante el tiempo que estuvo secuestrado como método para huir: “Les dije a mis compañeros de cautiverio que nunca apoyaría la violencia. Soy discípulo de la no violencia activa, eso no impide que, si la ocasión viniese a buscarme y ofrecerme una posibilidad de fuego, claro que la cogería al vuelo”, reconoce. De hecho, confiesa que llegó a hacer una llave para abrir el tornillo de la cadena, “si en la noche se hubiera presentado la ocasión, me habría alejado de ellos para buscar ayuda”, añade.

Pero el padre Marcos, su compañero en Níger y ahora en Roma, reconoce a La Linterna que quedó sorprendido cuando escuchó cómo respondía a la pregunta sobre por qué no había sido más rencoroso con sus captores. “El otro día alguien le preguntó que pensaba que iba a ser más violento y reaccionario con la gente y él respondió que es como el saco del boxeador, ha recibido muchos golpes pero no ha devuelto ninguno”. Unas palabras que sacaban una mueca incluso al propio Ángel Expósito.

Por último, sobre el líbro del padre Macalli, asegura que “te va metiendo en lo que ha vivido, en sus sentimientos y su noche oscura. Pero al mismo tiempo de fe y esperanza, cuando dice que ha perdonado a gente que le ha hecho sufrir”.

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