Diego Garrocho: "Cabría renunciar a la ejemplaridad de la que tan bien habla Javier Gomá, yo me conformaría con que nos gobernaran personas normales"

El profesor de Filosofía reflexiona sobre si en España hay un buen mecanismo de selección de las élites que gobiernan el país y las regiones

Diego Garrocho
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Redacción La Linterna

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¿Tenemos un buen mecanismo de selección de las élites en España? Casi vas a pensar que es una sección de humor, ¿no? La respuesta parece bastante evidente. Bueno, pero tiene algún recorrido, porque durante siglos los tratadistas clásicos concibieron utopías en las que el destino de las ciudades quedaba siempre en manos de los mejores.

En el mismo libro que mencionábamos ayer, en La República de Platón, se llega a leer que no hay peor castigo que estar gobernado por alguien que es peor que uno. Aunque, para ser sinceros, la idea de que sean los mejores quienes nos gobiernen no está exenta de riesgos. Al fin y al cabo, es muy probable que detrás de toda dictadura se encuentre la soberbia de un dictador que se cree mucho mejor que el resto.

Las democracias no aspiran a que nos gobiernen los mejores, sino a aquellos que representan de una manera u otra la pluralidad del pueblo. No hace falta dar nombres, pero basta con revisar quiénes son nuestros representantes para que la pregunta no sea si nos gobiernan los mejores, sino si hemos burlado la meritocracia hasta el punto de que nos gobiernen los peores.

No sé si tú tienes la misma sensación, Ángel, pero con frecuencia, cuando he tratado con algún ministro o con alguna ministra, acabo concluyendo que su subordinado, el secretario de Estado, es más hábil, más docto y más razonable. Incluso probablemente lo sea más el subsecretario y mejor que este el director general y al final uno siempre acaba dando con un alto funcionario que es el último garante de lo razonable. Todo eso, eso sí, bajo la dirección de un ministro normalmente de competencias discretas. Ninguna institución, país ni empresa puede sobrevivir a una meritocracia inversa.

Si de verdad lo que nos interesa es salvar la democracia, creo que sería imprescindible redefinir la forma en la que se eligen y promocionan los cargos públicos. Y casi cabría renunciar a la ejemplaridad de la que tan bien habla siempre Javier Gomá, porque yo, para ser sincero, casi que me conformaría con que nos gobernaran personas normales.

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