Diego Garrocho: "Como dice Juan Claudio de Ramón, cada vez que alguien habla de valores, hay que pedirle que enseñe antes la mercancía"
El profesor de Filosofía habla sobre si a Europa le une un enemigo común ahora que Estados Unidos ha abandonado “casi de facto” la Alianza Atlántica

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Si algo nos enseña en el patio del colegio, la historia o las películas de la mafia, es que pocas cosas unen más que un enemigo común. La necesidad de combatir a un mismo adversario hace que las diferencias se allanen y compartir la suerte frente a un rival compartido es algo que suele imponer una firme unidad.
Carl Schmitt, un jurista alemán del siglo XX, señaló que el criterio esencial de la política es la distinción entre amigo y enemigo. Por más que la distinción sea algo descarnada y que el propio Schmitt tuviera una relación cuando menos algo ambigua con el Tercer Reich, su disquisición no deja de ser cierta.
Ahora que Estados Unidos ha abandonado casi de facto la Alianza Atlántica, Europa tendrá que encarar ella sola a sus principales desafíos. Este hecho supone un riesgo evidente y habrá que hacer una enorme inversión económica y política para hacer frente a esta nueva circunstancia. Pero de esta soledad y de esta amenaza es posible que puedan hacer una unión renovada.
Europa se queda sola en la defensa del orden internacional y de un modo de vida y eso nos obligará, si queremos sobrevivir como Unión Europea, a compartir nuestra suerte de una forma mucho más íntima y estrecha. Enemigos que desafíen nuestra forma de vida no faltan, empezando, naturalmente, por la Rusia de Putin.
Eso sí, que aunque un adversario común pueda unirnos en la defensa de nuestros valores, siento arruinar el optimismo de algunos. ¿Tenemos claros, de verdad, cuáles son los valores europeos que decimos defender? ¿Seguro? ¿Podríamos llegar a un acuerdo acerca de cuáles son? Como dice mi amigo Juan Claudio de Ramón, cada vez que alguien habla de valores, hay que pedirle que enseñe antes la mercancía.