Diego Garrocho: "La dignidad exige que incluso al peor de los hombres, el resto de la humanidad debe dispensarle un trato humano"

El profesor de Filosofía explica un concepto tan manido que, muchas veces, se nos olvida qué significa

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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¿Qué es la dignidad? Soy aplicado desde pequeño, así que ayer me pusiste deberes y hoy cumplo y asumo el reto. Y no es fácil, porque la dignidad es uno de esos conceptos que casi podríamos decir que corre el riesgo de morir de éxito, porque lo usamos demasiado y no siempre tenemos claro qué significa. 

Probablemente, el autor que comenzó apelando a la dignidad de una manera preferente fue Cicerón, pero en el contexto de la República Romana, la dignitas no era más que la conquista de un mérito. La vida recta, esforzada y conforme a virtud, nos permitía acrecentar nuestra dignidad, lo que tendría también una retribución pública y política. Sin embargo, cuando hoy hablamos de dignidad, no pensamos en algo que se gane o que se pierda, sino que tendemos a concebirla de una forma casi antagónica a como se entendía en el mundo clásico. 

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, leemos que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y la dignidad es el fundamento sobre el que se asientan todos los demás derechos. Esta dignidad se aproximaría a un uso más próximo al que después tematizara Kant, un autor que definió la dignidad como algo opuesto al precio. 

La dignidad no solo comienza a hacerse inherente a todo ser humano, sino que además se concibe como un valor preferente y superior a cualesquiera otros. Es decir, la persona estaría provista, pues, de un valor imponderable por el mero hecho de ser persona. No son nuestras acciones, ni nuestro currículum, ni nuestros errores los que determinan el valor de cada vida humana. 

Todo humano, por el mero hecho de serlo, estaría, por lo tanto, provisto de un valor que nos interpela, que nos exige y que nos vincula a todos los demás. Para vincular la potencia de este concepto y todas sus implicaciones, me gustaría estresar aún más la definición de todo hombre para hacernos conscientes de lo que significa esta dignidad universal. 

Si pensamos abstractamente en la humanidad, quizá no percibamos la ambición del concepto de dignidad universal, pero al hablar de dignidad de cada ser humano nos estaríamos refiriendo también hasta el último y el peor de los seres humanos. Es decir, no es que no importe la raza, el origen o el estatus económico, es que la comprensión radical de la dignidad exige que incluso al peor de los hombres, al más injusto, al más violento y al más atroz, el resto de la humanidad debe dispensarle un trato efectivamente humano. Ahí es nada.