Diego Garrocho: "Que en España nacieran 1.000 bebés más en 2024, además de los efectos económicos, es indicador de algo más íntimo"

El profesor de Filosofía reflexiona sobre los datos de natalidad del INE y explica a Expósito qué significa que el país arroje estos datos

Redacción La Linterna

Publicado el

2 min lectura

¿Qué dice de una sociedad los datos de natalidad? El año pasado nacieron en España 322.034 bebés, es decir 1.378 más que el año anterior. Este aumento puede no parecer especialmente alentador, pero la perspectiva cambia al constatar que se trata del primer incremento de la natalidad en España en los últimos 10 años, según la estimación del INE. 

A menudo hablamos de natalidad de manera interesada, preocupándonos, por ejemplo, por el pago de las futuras pensiones. Sin embargo, que la natalidad crezca o disminuya, más allá de sus efectos en la demografía o en la economía de un país, es un indicador de algo mucho más íntimo.

El número de nacimientos en una comunidad refleja el grado de confianza que un país tiene en el futuro. Considerar que la vida merece la pena es en sí mismo una declaración de intenciones y traer nuevos seres humanos al mundo es también un acto de confianza en el porvenir. De alguna manera, esto nos compromete a construir y legar una realidad más habitable.

Creo que el pesimismo goza de un prestigio intelectual inmerecido. Por eso reniego de esa sabiduría catastrofista que se atribuía al sátiro Sileno. Según cuenta el Coro de Edipo en Colono, lo mejor para los mortales habría sido no haber nacido. Frente a esta visión fatalista, retomada después por Nietzsche, la llegada de nuevos niños al mundo renueva un pacto alegre con la existencia. Los niños que nacen hoy habitarán un mundo que ya no nos pertenecerá y custodiarán la humanidad en sus manos del mismo modo que lo estamos haciendo nosotros ahora.

Que por primera vez en 10 años los nacimientos en España aumenten puede ser el signo de una esperanza saludable. Es cierto que estos más de 300.000 bebés son recién nacidos, pero bien pensado, como decía María Zambrano, mientras vivamos, uno no ha acabado de nacer del todo.