Emigra hasta Barcelona desde Marruecos y le preguntan si conoce a alguien en España: nadie esperaba el nombre que pronuncia
Expósito relata en La Linterna el viaje de Dabo, que con 21 años llegó a las Islas Canarias en patera, donde vivió una curiosa anécdota al trasladarse a Cataluña
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Dabo Malang es senegalés y tiene 34 años, pero a los 21 empezó el viaje más largo de su vida: abandonó todo lo que tenía en su país y se vino a España en patera. La travesía prometía un futuro mejor, pero al llegar a Tenerife la realidad fue otra.
Expósito cuenta este miércoles en La Linterna la historia de este emigrante al que, cuando llegó a la isla tinerfeña buscándose la vida, le preguntaron si conocía a alguna persona en España y la respuesta cogió a todos por sorpresa.
Viaje a España
Dabo vivía tranquilamente en un pueblo de Senegal, con su familia, pero el amor y la presión de los vecinos hicieron que de la noche a la mañana tuviera que abandonar su país. Fue entonces cuando decidió llegar a España, como él mismo cuenta en La Linterna: “Cuando me enamoré de una chica tuvimos hijos y tras la vergüenza social decidí dejar mi pueblo para ir a buscar la vida y entré por Mauritania, de Mauritania a Marruecos y, luego, en Marruecos empecé a trabajar un poquito, pero sabía que no me iba a quedar ahí”.
Cuenta en los micrófonos de COPE que decidió pagar una patera, que normalmente iba hacia Las Palmas. “Luego nos perdimos en el mar, estuvimos tres días ahí hasta que salimos a Tenerife”.
La pregunta en Barcelona
Dabo sólo quería una vida mejor, pero cuando llegó a Tenerife se dio cuenta de que lo que le esperaba era muy diferente a lo que se había imaginado. De Canarias viajó a Barcelona y allí le hicieron la pregunta con la que reciben a todos los inmigrantes
“Todo el mundo pregunta que tienen familia aquí”, cuenta el migrante a Expósito en La Linterna. Y es que el joven dio un nombre que no esperaban: “Yo estaba solo y dije que, bueno, primero para venir aquí a Barcelona, Xavi Hernández, el ex entrenador de Barça”. Así, explica el joven entre risas por qué mencionó al exentrenador del Barcelona. “Era mi ídolo y mi fan, me gustaba mucho. Pero la chica me dijo no, no puede ser, que tenía que buscar a otra persona, buscar otro contacto”.
Su vida en Barcelona
Dabo no tenía ningún familiar en España. Se vio solo, sin papeles, sin dinero... No tenía ni un techo bajo el que dormir y, después de meses en la calle, Cruz Roja le acogió y empezó a hacer voluntariado. “Un día un voluntario me dijo Dabo, siendo musulmán, ¿te importaría ir a la parroquia de Santa Anna? porque han abierto para sin techos. Le miré y le dije: “María, pero yo soy una persona como ellos, ¿cómo no puedo ir a ayudar a esta gente?” Y decidí directamente, fui directamente ahí”.
Y así llegó a la parroquía de Santa Anna de Barcelona. Cada mañana se encontraba con una larga cola de personas sin hogar que acudían a desayunar: Marroquíes, gambianos, españoles, malienses y senegaleses... Migrantes como él. “Vine y encontré a mucha gente durmiendo en la iglesia. Y sentí que cómo podía ser eso, era imposible. Y decidí ir a ayudar a la gente”. Cuenta que, en este momento, no tenía papeles, hasta que le dijeron que le iban a contratar. “Cuando me dijeron estas palabra, pues directamente casi lloré un poquito”.
Gracias a ese contrato como celador de la parroquia de Santa Anna, Dabo consiguió estabilizar su situación. Y ahora ayuda a personas que se encuentran en la misma situación que él había vivido no hace tanto. “Esto no es solamente un hospital de campaña, es un hospital de verdad, que cura heridas de los inmigrantes”, explica en COPE el joven. “Cualquier migrante que llega a Barcelona pregunta que dónde está Santa Anna. Pues cuando llegas a Santa Anna, me encuentras”.
Devolver el favor
Dabo se siente en deuda con quienes le ayudaron en sus peores momentos, por eso intenta devolver la ayuda y el apoyo que le brindaron. “Siempre cuando estoy aquí viendo la tele, veo que siempre los cayucos salen de Senegal. Siempre de Senegal hacia Tenerife o a Canarias, y me da una sensación que no me gusta mucho”.
Así, en mayo decidió volver a Senegal para visitar a sus familiares. En su escapada a Baconding, su pueblo natal, visitó su escuela de la infancia y la precaria situación en la que dan clase le empujó buscar ideas para ayudarles.
Allí, decidió poner en marcha un aula de informática. Para ello, empezó a recoger ordenadores en España que envía a Senegal. “Treinta ordenadores de momento, pero aún la gente me llaman y me traen ordenadores desde Barcelona hasta aquí a mi casa”.