Íñigo pregunta a su escolta sobre su pasado en Gipuzkoa y descubre una coincidencia que les sigue uniendo 17 años después

Expósito relata en La Linterna la historia de Íñigo y su escolta Chema, y de cómo una respuesta acerca de sus orígenes en Irun marcó su historia desde 2007

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

      
      
             
      

Hay preguntas que son casuales, para salir del paso en una situación incómoda o de poca confianza, y hay algunas que surgen de la curiosidad. Una de estas últimas es la que le lanzó Íñigo a su escolta hace unos 17 años en un día tranquilo, en lo que podría denominarse como “matar el tiempo”. Lo que no esperaba era que la respuesta sobre los orígenes del escolta en Gipuzkoa cambiase la vida, no sólo de Íñigo, sino también de Chema, el encargado de protegerle en aquellos años.

Y es que Chema Iriarte fue la sombra de Íñigo Manrique, concejal popular en Irun durante los años de máxima violencia en el País Vasco, un puesto en el que aún continúa a día de hoy. Chema fue la sombra de Íñigo más de ocho años y lo que empezó como una relación profesional y de seguridad, terminó convirtiéndose en algo muy diferente. Una historia que contaba este viernes en La Linterna el director del programa, Ángel Expósito.

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Imagen del casco antiguo de Irun

Los escoltas de Íñigo

Fueron años complicados en los que se asignaron escoltas a varios políticos, periodistas y jueces del País Vasco para protegerles.Los conocían como sombras porque ese era su trabajo, acompañarles a cualquier lugar y velar por su seguridad. Por casa de Íñigo llegaron a pasar más de 1.500 escoltas, cómo él mismo cuenta en los micrófonos de COPE: “Al principio había muchísimas rotaciones, al principio nos cubría la ertzaintza o los Berrozis, la unidad de élite especial de la Ertzaintza para la protección de personas”, cuenta. Luego, explica, “eran en señas normales, voluntarios, luego pasaron a ser privados y pedimos que por favor si podían tranquilizarse las rotaciones, porque era complicada la cosa”.

La situación se estabilizó y los escoltas dejaron de rotar y, a partir de entonces, les asignaron a una única persona a la que proteger. Es en 2007 cuando Chema Iriarte entra en la vida del concejal, deja su trabajo como vigilante de explosivos y se convierte en su sombra. “Dentro de la unidad de su empresa sale la noticia de que también había posibilidad de que podía dedicarse al tema de la seguridad personal y estaba bastante bien remunerado, lo que le pareció una oportunidad y allí se metió un poco a la aventura”, recuerda Íñigo en La Linterna. “Yo creo que ya era lío vigilar explosivos, vigilar personas y ayudar a personas que tienen problemas de seguridad es más lío, por lo menos igual de lío un poquito más y cabe”.

La pregunta de Íñigo a su escolta sobre Gipuzkoa

Chema vio la oportunidad de trabajo como una oportunidad, una oferta para hacer algo diferente y así ganar un poco más de dinero. No se lo piensa y se presenta en casa de Íñigo, como él mismo rememora: “Nos presentamos, íbamos hablando, nos íbamos conociendo y ahí ibais compartiendo cosas porque en estos momentos pasábamos muchísimas horas en el coche, hay muchas horas, muchos tiempos muertos, muchas comidas que pues intimas y te cuentas cosas y confesiones”.

En una de esas conversaciones, ambos, protegido y escolta, descubren que nacieron el mismo año y el mismo día, en la misma ciudad, en Irun, y ni siquiera se conocían. Así nació la amistad, como desvela el concejal: “En casa no entraba, pero cuando había celebraciones, había bares, había restaurantes claro, no le vas a dejar fuera ni mucho menos, pero entraba como uno más. Pero en mi casa, en mi domicilio, no entraba y cuando tú cerrabas la puerta de tu casa, el plom de la puerta decía, bueno, se ha acabado, aquí empieza mi casa. Era una especie de cortafuegos, el chip cambiaba automáticamente, aquí es mi casa”.

      
             
      

Iñigo Manrique, concejal popular en Irun

Uno más en la familia del concejal de Irun

El tiempo que pasaron juntos les unió tanto que se convirtió en un miembro más de casa. “Era un hermano para mí, hasta el punto de que en las celebraciones familiares mi abuela preguntaba siempre para dónde está Chema, era y es uno más en la familia y vamos, todavía nos hace mucha ilusión vernos por la calle”. Si Íñigo iba a un pleno, Chema le seguía un par de pasos atrás, si iba a comprar, lo mismo. De hecho, cuando la mujer de Íñigo dio a luz, Chema estaba en el hospital.

Él vio nacer a las dos pequeñas, en 2006 y 2008 nacieron sus dos hijas e Íñigo tiene cinco hijos y, salvo el mayor, que nació en junio del 97, el resto han nacido escoltados y les saben perfectamente lo que es un escolta. “Entonces eso une mucho y te da pie para compartir momentos que de otra manera no se pueden compartir”, concluye Íñigo.

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