La llamada a las 6 de la mañana a un voluntario de El Hierro sobre un migrante que le dejó helado

Expósito conoce en la isla canaria los testimonios de Francis y Macu, dos personas que se dedican a ayudar desinteresadamente a los migrantes

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

      
      
             
      

Este lunes Expósito ha encendido La Linterna desde el puerto de La Restinga, justo en frente del muelle en el que miles de inmigrantes han llegado en este último mes. Un punto de España más al sur de todo el mundo. Al este está el Océano Atlántico mientras que, al otro lado, las costas de Mauritania, Gambia, Senegal y África entera. 

La expansión del yihadismo en el centro de África es uno de los problemas que afecta al país. Muchos jóvenes caen en el radicalismo comprados por los grupos yihadistas. Lo contaba en La Linterna el Padre Ángel de la Victoria. “Es una realidad muy frecuente, el incesto entre hermanos y familiares, y también es debido al modo de vida, hay mujeres que tienen hijos con distintos hombres, y con el que vive la madre se aprovecha de los niños”.

Recuerda Expósito las historia que contaron en COPE algunas de las mujeres que trabajan en el hospital de Kinshasa, capital del Congo. Allí la hermana Ana narraba a La Linterna la cruda realidad de su día a día: “Ayer tuve seis abortos, ninguno provocado, todas por infecciones no curadas”.

Voluntarios para acoger migrantes

Cerca de una semana de viaje en el que compartes espacio con 150, 200, 300 personas. Sin poder moverte, sentado y sin saber si finalmente llegarás a tu destino. Siete días en el que solo escuchas una misma banda sonora.

Los que saben de esto me dicen que no hablamos de barcos negreros sino que desde las costas africanas estos inmigrantes son llevados mar adentro en “Cayucos taxis” y después los dejan a bordo de estos inmensos cayucos para que naveguen línea recta hasta este punto donde me encuentro.

Adrián Gil

Francis, voluntario en El Hierro

En el muelle de La Restinga llegan desesperados, con la necesidad de que alguien les ayude. Entre los primeros brazos que sujetan a esta pobre gente desfallecida, están los de los voluntarios de Protección Civil de El Hierro. “Hemos tenido la semana pasada una llegada intensa de cayucos y todos somos volutarios. Salimos a las 7 de la tarde de nuestros trabajos para ir a casa a las 3 de la mañana y, al día siguiente, otra vez a trabajar”.

      
             
      

Lo explica en COPE Juan Francisco Mendoza, el coordinador de Protección Civil en el Hierro. Es un hombre grande, de casi dos metros de altura que lleva un chaleco naranja que le identifica como miembro del proyecto 'Corazón Naranja', otra manera de ayudar en el CATE, el Centro de Acogida Temporal de Extranjeros, donde permanecen las primeras 72 horas y la policía los identifica.

La última semana ha sido especialmente dura para esta isla de poco más de 11.000 habitantes, han llegado más de 2.000 migrantes. Y está reventado. Él es voluntario y en su día a día trabaja en una inmobiliaria. Cuando recibe el aviso del avistamiento de una embarcación con migrantes tiene que acercarse al CATE. “El CATE es el centro de acogida temporal, donde permanecen los migrantes máximo 72 horas hasta que la policía los reseña a todos”.

Te puedes imaginar que en estos años han vivido historias desgarradoras. Por eso solo pide que los escuchen, porque algunos llegan con la mirada perdida y la vida rota, sobre todo, si han presenciado cómo a algún familiar o compañero de travesía han tenido que tirar por la borda. “Todos los inmigrantes, cuando llegan a la isla, como no se saben los nombres, se les pone una pulsera con el número de patera con el que llegan y con una letra del abecedario por orden”

      
             
      

Según pasa el tiempo, van quedando menos países que se libran de esta barbaridad, la inmigración a través de la mortífera ruta canaria, y rescatados y rescatadores tienen historias que nunca olvidarán.

12 de octubre, sobre las 11:15 de la mañana, un chico que era el J15, estábamos en el monasterio y mi compañera llevaba todo el día atendiéndole por un pie de patera. Se lo llevó la ambulancia, por la noche pudo hacer una videollamada, no tenía dolor, y a las 6:10 de la mañana me llamaron para decir que había fallecido”. Así, Francis aprovecha el micrófono de La Linterna para hacer una petición. “Estamos muy cansados, y pediría más medios, si no humanos, más equipamiento y más material”

Francis y su equipo son los encargados de arropar y dar calor a estos inmigrantes que llegan en pésimas condiciones. Algunos incluso pierden la vida cuando consiguen pisar tierra. Por eso la actuación de los médicos es fundamental.

      

La mujer que marcó a Macu

Inmaculada Mora, 'Macu', una de las doctoras de Urgencias del hospital Nuestra Señora de los Reyes, en la localidad de Valverde, explica a Expósito que “hay momentos en los que es un hospital de guerra y con situaciones muy similares. Son vidas humanas y el hospital está dimensionado para una población de 10.000 personas”.

Adrián Gil

Macu, médico en Lanzarote

Un hospital que “cuenta con 32 camas, es el segundo hospital más pequeño de España. Tuvimos una gran patera que llegó con muchas personas que llegaron muy críticas y tuvimos que ponerlos en el pasillo, en el suelo, y se murieron muchos, al menos 5 niños”.

Apunta Macu que algunos de los problemas más frecuentes a los que se enfrenta cada día: “Hay una patología muy peligrosa que últimamente la estamos viendo más que antes, y es la hipotermia, morirse de frío. Están acostumbrados a un ambiente, de media, a 35 grados”. Pero siempre hay historias que marcan, que no se olvidan y que permanecen en tu memoria. Una de ellas es la que tiene como protagonista a Macu y a una niña que nació poco después de llegar al Hierro.

“Yo estaba de guardia un domingo, llegó una patera, nos trajeron 8 personas, entre ellas una chica de 26 años de Gambia. Venía embarazada de 8 meses y la ingresamos porque llevaba 5 días vomitando en la patera. Estuvo ingresada 4 días y, a la siguiente guardia, vino por la noche con contracciones. Probablemente, por la falta de alimentos, estaba a término. Yo le pregunté cómo se metía en una patera y se echó a llorar, que su vida corría peligro”, relata emocionada. “El parto duró 5 horas, hasta que nació la niña. Le insistieron tanto en que le pusiera un nombre y terminó poniéndole el mío”.

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