Luis del Val: "ya se ha acabado que en la OTAN Estados Unidos ponga el segundo plato y la Unión Europea diga que se encarga de comprar el pan"

El periodista comenta en 'La Linterna' su visión sobre la toma de posesión de Donald Trump 

Luis del Val

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Siempre que hablo de Donald Trump he de olvidarme de lo antipáticos que me caen los chulos y más si son ricos. Claro, quede agradecerle a Donald Trump el sosiego que me produce imaginar lo que sería "Pedro I el mentiroso" si tuviera el dinero y el poder de Donald Trump. Puedo imaginármelo, pero no tengo imaginación suficiente y es que hace falta muchísima.

El problema con los soberbios es que también son inteligentes y eso te despista. Por lo que a nosotros respecta ya sabemos el desprecio que le suscita a un chulo de capital un chulo de barrio. Vamos, ni siquiera le concederá a nuestro presidente el minuto 18-19 segundos que le concedió Biden a la salida de los lavabos.

En cuanto a la Unión Europea tan culta, tradicional y egoísta, está claro que se acabó la barra libre a cargo de Estados Unidos que ha venido funcionando desde 1945 y ya se ha acabado que en la OTAN Estados Unidos ponga el segundo plato y la Unión Europea diga que se encarga de comprar el pan.

Pintan bastos y habrá que aumentar el presupuesto de defensa, eso que le pone de los nervios a los progresistas porque ellos están por la paz. Pero quién no está por la paz, gilipollas. El que no está por la paz es Putin y Hamás e Irán, pero de momento hasta China está por la paz. Eso sí, cuando esté por la guerra será para hacerse dueña del mundo.

En ese sentido, Trump no andaba descaminado cuando puso sobre el tapete Groenlandia y ya ha conseguido de momento que no se la quede Putin. Ha conseguido también terminar con la guerra de Hamás y de Israel. Al fin y al cabo, Trump heredó una fortuna pero la agrandó y está acostumbrado a pagar nóminas, cerrar tratos e intentar engañar a Hacienda. Eso sí que es un máster.

Y me cae mal, es cierto. Pero me aterra menos que tome posesión como presidente de Estados Unidos a que tuviera que pasar yo una semana de vacaciones con él y tener que reírle los chistes. Qué alivio. Y no tener que esperarle a que salga de un lavabo para que me hagan una fotografía con él. Eso sí que es servidumbre.

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