Luis del Val: "Lo terrible es tener que explicar estas cosas a personas que ya no tienen 17 años y son ministros"
El periodista reflexiona sobre la demonización de lo privado por parte del gobierno y defiende el papel necesario de la universidad y la iniciativa privada en la sociedad

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A mí me ha impresionado el gesto de humildad de Pedro I el Mentiroso, informándonos a los españoles de que las universidades privadas son chiringuitos. Naturalmente, él es una persona con información de primera mano, puesto que estudió en una universidad privada y logró un doctorado con una tesis con plagios que, desde luego, sólo podría cristalizar en un chiringuito. Pero el chiringuito no es una característica de la universidad privada, porque la universidad número uno del mundo, la Universidad de Harvard, no es pública, sino privada. Y una de las universidades españolas más prestigiosas, la Universidad de Navarra, también es privada. Que no se lo cuenten a nuestros desinformados gobernantes, no se vayan a disgustar y pasen un mal fin de semana.
Por cierto, entre las mejores 100 universidades del mundo no se encuentra ninguna española. Pero en el ranking de las que mejores perspectivas de empleo tienen sus alumnos —o sea, cuyas licenciados encuentran trabajo rápidamente— se encuentra la Universidad de Comillas, que, por cierto, no es pública.
A mí me parece que el problema de Pedro I el Mentiroso y la corte de sectarios que hacen los coros no es la universidad privada o pública, sino que el término privado les inquieta. Su comunismo vintage les pone orejeras y todo lo que es privado les suena a excluyente y burgués. Pues miren, lo más importante de la vida es privado. El amor, por ejemplo, los hijos, la familia.
La inmensa mayoría trabajamos en empresas privadas, y cuando salimos a tomar una copa o a comer en alguno de los 300.000 establecimientos que hay en España, lo hacemos en restaurantes y bares privados. Cuando hemos pagado ya la hipoteca, el piso que habitamos es de propiedad privada, y si estamos alquilados, nuestro domicilio es privado, naturalmente.
Lo privado no es perjudicial, sino necesario. Viajamos en nuestro vehículo privado y volamos en compañías aéreas privadas. Lo privado no es antisocial, sino imprescindible en la industria y el comercio, y complementario tanto en la enseñanza como en la sanidad.
Lo terrible es tener que explicar estas cosas a personas que ya no tienen 17 años y son ministros. Ese es el problema. No la universidad privada.