Un monitor de esquí de Formigal confiesa el momento con un alumno en el telesilla que le dejó mudo: cuando se giró, estaba llorando
Expósito explica la historia de Víctor, un profesor de esquí en la estación de Huesca, que participa de la iniciativa que, junto a Fredi López, les hizo pioneros hace 17 años
Madrid - Publicado el - Actualizado
5 min lectura
Aunque sea el fútbol o el baloncesto los principales deportes que protagonizan las secciones de deporte en los medios de comunicación, la realidad es que 8,5 millones de españoles tienen en su casa material de esquí para practicarlo a lo largo del año. Según la encuesta de Encuesta de Hábitos Deportivos en España, esta cifra representa un 8,5% de todos los residentes en España.
Es por eso que, como ocurre en la historia de Fredi, pero también en la de Víctor, un monitor de esquí de Formigal, la pasión por el deporte de nieve va más allá de las dificultades. Como contaba este martes Expósito en La Linterna, incluso si la vida le deja a uno en una silla de rueda.
El accidente de Fredi en 2003
En 2003, Fredi López Mendiburu, un deportista empedernido, sufrió un accidente laboral y durante días se debatió entre vida y la muerte. El diagnóstico definitivo fue que se había quedado parapléjico. Aún así, confiesa en La Linterna que él nunca dejó de pensar en la montaña. “El montañismo me parece que era algo más que un deporte por el disfrute de estar ahí, me da igual estar en un pueblecito abajo en el valle que estar en las montañas”.
Para él, asegura, siempre ha sido sido “especial y una de las maneras de volver a la montaña fue el esquí en silla”. Fredi conocía el caso de Antxon Arza, un aventurero pamplonés que se había quedado parapléjico en un accidente en un río de Venezuela. A Fredi y Antxon, como confiesan ellos mismos en COPE, les unía la pasión por la montaña. “Me animó a esquiar pero con la prudencia de que el primer día iba a ser ser una cura de humildad”, explica. Algo que les ayuda a constatar sus propias limitaciones “en un sentido de que, si te caes al suelo no te puedes levantarte tú solo, necesitas ayuda para todo”.
El esquí como terapia
La vida de una persona con movilidad reducida es muy compleja y, como recuerda Fredi, las barreras a las que se enfrentan son continuas y en el caso del esquí ocurre desde el momento en el que uno llega a la estación. “Para pasarte de la silla de ruedas a la silla de esquí necesitas ayuda de una a dos personas”. Un gesto que supone ya la primera limitación: “incluso cuando te pones a esquiar, muchas veces vas a necesitar ayuda, incluso para montarte en un telesilla, podría hacerlo solo, pero siempre si te ayudan es más cómodo”.
Acepta el joven que, en ocasiones, siente “miedo a que, de repente, haya un pequeño accidente”. No obstante, gracias al esquí, Fredi vuelve a disfrutar de su pasión por la montaña y el deporte. Por fin, ha dejado de sufrir tras el accidente que sufrió en 2003 y le dejó en una silla de ruedas.
“Puedo volver a esquiar, disfrutar con los amigos y estar cinco o seis días esquiando, es volver a algo del pasado que creías que se había cerrado”, explica a Expósito. “Cuando sufres un trauma se te cierran muchas puertas y te encuentras con muchas barreras de ese estilo, de que ya no puedes volver a hacer lo que hacías, pero esto te abre una puerta”.
Una idea en Formigal
Así, y tras el accidente de Freddi, hace 25 años, en las pistas de San Isidro (León), nació la Fundación Deporte Solidario. Desde 2008 en Formigal es posible que las personas con diversidad funcional puedan practicar el esquí. Victor Valladares, monitor de la Escuela de Esquí, explica en La Linterna en qué consiste: “Tenemos un módulo pequeñito situado justo en una terraza y, a medio metro, tienes la nieve ya”. “A partir de que te tenemos sentado y atado una silla, empezamos a enseñarles cómo se gira una silla, como se haría un descenso directo, trabajamos el equilibrio y luego les enseñamos a hacer los embarques en los telesillas y a salir de los telesillas”.
No obstante, en España no hay formación oficial ni reglada para ser monitor de esquí; tan solo tienes que tener un módulo de formación profesional. En ese contexto, la Escuela de Formigal lleva casi dos décadas facilitando la experiencia del esquí a estas personas, como asegura Víctor, que señala que lo que hacen es formar profesores que tenemos en la escuela de Formigal.
“Hacemos cada año cursos específicos en los cuales enseñamos un poco el concepto de distintos tipos de discapacidades que existen, luego los materiales que utilizamos en función de las necesidades que tengan especiales y luego hacemos prácticas. Hay aparatos que son muy sencillos de manejar pero otros son un poco complejos”.
El momento con un alumno en el telesilla
En la estación de Formigal cada temporada entre 650 y 700 personas con discapacidad disfrutan de la nieve en sus pistas. Allí aprenden, sobre todo, a ser autónomos desde el momento que llegan a las pistas. Víctor aclara que, con las sillas que tienen, que sustituyen a la silla de ruedas, en vez de ruedas llevan unos esquís y en los brazos les colocan una especie de bastones pequeños que terminan en un esquí que se llaman estabilos.
Esa persona empieza a mirar a los lados, se les llena los ojos de lágrimas porque creían que nunca volvería a ver ese paisaje
Monitor de esquí en Formigal
“Conseguimos enseñarles a que se levanten cuando se caigan, conseguimos a enseñarles a frenar, a girar, a sentarse en un telesilla o a salir de ellos solitos del telesilla”, añade el monitor en La Linterna. Y es que la Fundación y la Escuela de Esquí de Formigal hacen posible que estas personas puedan seguir disfrutando de la montaña. Con esto lanzan el siguiente mensaje: nada es imposible.
Así, el profesor de esquí se acuerda de una anécdota con un alumno en el telesilla y que aún recuerda. “Vienes a Formigal, subimos en uno de los remontes y, según llegas arriba, vas hablando de cosas banales y cuando ves que esa persona empieza a mirar a los lados, se les llena los ojos de lágrimas, porque pensaban que nunca más iban a volver a ver ese paisaje”.