Tomás, bombero de Madrid, entra a apagar un fuego en una cárcel y la reacción de los presos casi le cuesta un disgusto
Expósito cuenta la historia de Tomás Marcos, que ha homenajeado el Ayuntamiento, y desvela lo que ocurrió en una prisión de Carabanchel
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Tomás Marcos ha dedicado toda su vida, literalmente, a apagar fuegos. Y es que ha formado, durante más de cuarenta años, parte del cuerpo de bomberos de la Comunidad de Madrid. Y es que, desde niño, esa profesión siempre fue su sueño, y él “lo tuvo muy claro”, como explica este lunes el director de La Linterna, Ángel Expósito lo tuvo muy claro.
En su entorno había gente que se dedicaba a esa profesión y eso despertó la curiosidad de un joven que, por el aquellos años, trabajaba las tierras. “Allí en el pueblo de Salamanca trabajaba en el campo y claro, ya sabiendo lo que era bombero porque lo sabía, tenía crecimiento con 15 y 16 años y ya empecé a querer hacer cositas”, confiesa él mismo en los micrófonos de COPE. Luego, a los 17, llegó a Madrid y, en el barrio de Puente de Vallecas, “había un gimnasio de educación y descanso” y ahí comenzó a prepararse.
Bombero en Madrid: su mujer, en contra
La inversión que exigía acceder a la academia de bomberos era considerable, por eso le costó dar el paso; finalmente se gastó el dinero. En casa, tampoco se lo pusieron fácil porque su mujer no quería que se dedicara a apagar fuegos. Pero Tomás, como la mayoría de los ciudadanos de la época, tuvo que cumplir con el servicio militar, precisamente durante el periodo de instrucción tuvo la oportunidad de inscribirse en la academía.
Así, a los 24 años, se unió al parque de bomberos número 1 de Santa Engracia en Madrid. Allí se recuerda como un chaval temeroso y sin apenas experiencia, pero con unas ganas enormes de comerse el mundo. “Hay que presumir un poco, ya que tengo la oportunidad de presumir, de salir número 1 de mi promoción”, recuerda orgulloso en La Linterna. Y es que, aunque de aspirante tuviese el número 8 porque trabajaba y hacía gimnasia, cuando estuvieron en el parque con un profesor preparándoles y preparando todo. “Pues resulta que saqué el número 1 ya en la confirmación, que se llama así”.
El incendio en RTVE
Durante los años de profesión en el cuerpo de bomberos ha sido testigo de algunos de los incendios más catastróficos de Madrid. Uno de los que le ha marcado fue el que se produjo en un edificio insonorizado de Radio Televisión Española.
“Apagamos un fuego que era un suelo de una embergadura, de tal punto, que hubo que deshacer todo el corcho que había para insonorizar el ruido, hubo que sacarlo, porque el edificio salía ardiendo”, recuerda Tomás a Expósito, al que define la situación como un “infierno”. “Lo que había abajo era un infierno y estoy orgulloso de cómo salió”. Una situación complicada que terminaron controlando el mismo Tomás y el resto de la dotación. Eso sí, después de horas luchando contra las llamas.
Lo que había abajo de RTVE era un infierno y estoy orgulloso de cómo salió"
Bombero de la Comunidad de Madrid
Fuengo en una cárcel y la reacción de los presos
Pero no es la anécdota en la que más se ha querido centrar el efectivo de los bomberos de Madrid, sino que la que más recuerda es la de una cárcel de Carabanchel y cómo reaccionaron los presos. Y es que, antes de que Tomás y su equipo llegaron, los internos se amotinaron y prendieron fuego a la serrería en 1978.
“Pusimos una escala de corredera desde la calle por un patio para bajar a otro patio que había interior en la cárcel”, recuerda el hombre con Expósito, que asegura qué fue él mismo el primero que bajó al patio interior, aunque no sabía lo que le aguardaba dentro. “Me llovían piedras por todos los sitios y, mira tú por dónde, me pongo de acuerdo con ellos y les digo que soy el bombero, que voy a apagar la serrería”, desvela en COPE Tomás.
Asegura que les dijo que se “pusieran de acuerdo”. “Si tiráis piedras no lo puedo mojar. ¿Me dejáis que lo apague? Apagué la serrería y para casa”.
Un homenaje del Ayuntamiento
Además de los numerosos avisos que ha tenido que atender, Tomás también ha compartido su experiencia con las nuevas generaciones. Las promociones del 86, 87, 89 y del 91 han pasado por sus manos. Doce horas al día dedicadas exclusivamente a la enseñanza. “Esas preparaciones son para que se acostumbre a hacer la vida de lo que es un bombero, enseñarles todo el material, dominar las alturas, dominar la profundidad, la preparación física”, explica, a la vez que recuerda que “Madrid no es lo que vemos, sino lo que tenemos debajo”.
Tomás cuenta en su familia con dos magníficos herederos de su oficio: sus hijos son los dos bomberos, como su padre. “Yo el orgullo que yo he vivido de bombero, he disfrutado mucho con bomberos, mis dos hijos son bomberos, uno ha llegado oficial y estoy orgulloso de haber sido bomberos y haber hecho cosas que, casualmente, son de prevención porque, en vez de jugársela otro, me la juego yo”.
Ahora Tomás disfruta de su jubilación desde 2003, y cumple 86 años. Ya no se juega la vida, pero el gusanillo de la profesión no ha desaparecido. Asegura a Expósito que está “bien”, haciendo lo que siempre ha hecho, un poquito de ejercicio, “no mucho porque ya los años no perdonan”. “Bajo al gimnasio, un poco de estiramientos, me voy a andar al parque Tierno Galván, que me coge cerca. Haciendo una vida pues normal pero no estar en casa sentado”. Ahora, ha formado parte de los efectivos que ha homenajeado el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que ha reconocido la labor de decenas de bomberos veteranos de la capital.