Viaja 8.000 km para cumplir su sueño y lo que le ofrece un vendedor en la calle le da una idea para triunfar en Asturias
Expósito cuenta la historia de Ana, asturiana, y cómo el regreso de tras conocer a un joven que vendía en la calle le motivó para reconducir sus metas profesionales
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ana reconoce en los micrófonos de La Linterna que, sin darse cuenta, siempre ha sentido atracción por Etiopía, un lugar que está a más de 8.000 kilómetros de distancia de su residencia en Asturias. Este país de África Oriental siempre ha revoloteado en su cabeza.
Expósito cuenta este miércoles en COPE la historia de un deseo que se materializó cuando la vida le dio a Ana la oportunidad de ser madre, precisamente allí, en Etiopía. No obstante, y por increíble que parezca, no fue eso lo que terminaría trastocando los planes de la española, sino un encuentro con un joven vendedor en la calle que le hizo un ofrecimiento y con el que después intercambiaría correos electrónicos.
Un viaje a 8.000 km de Asturias
“Mi marido y yo adoptamos a dos mellizos que hoy tienen casi 17 años”, explica la propia ana a Expósito en La Linterna. “Viajamos a encontrarnos con ellos, que tenían en ese momento tres meses de edad y bueno, fue el viaje el más increíble de nuestra vida y yo cuando llegué allí algo sentí, de que me iba a encontrar con las cosas más importantes en mi vida”, reconoce emocionado. Y es que su sueño de ser madre se hacía realidad, pero aparte se sintió “vinculada inmediatamente con ese país”, como asegura.
Al volver a España con sus hijos, a Ana le inundo la curiosidad por conocer más del país en el que habían nacido los dos regalos que le había dado la vida. El vínculo que sentía por Etiopía inexplicablemente iba creciendo día a día. “Empecé a empaparme de Etiopía, tenía esa necesidad de conocer”.
Ana intentó también vincularse con otras familias que también eran padres de niños nacidos en Etiopía para crear un vínculo entre los niños. “Aprendí todo lo que era la gastronomía de Etiopía, hemos hecho comidas etíopes en las que nos hemos reunido juntos y hemos hecho marcadillos solidarios”, reconoce.
Un encuentro con un vendedor en la calle
En uno de esos viajes de 8.000 kilómetros Ana hizo amistad con un joven que le vendió una cruz de madera para poder comprarse unos zapatos. Después intercambiaron sus correos electrónicos y el chico le contó que no podía seguir estudiando porque sus padres no podían permitírselo. En ese momento Ana supo que tenía que ayudarle.
Y, después de darle muchas vueltas, tuvo claro cómo podía conseguir la ayuda económica que necesitaba su nuevo amigo etíope: la idea surgió como por arte de magia. En el trabajo Ana tuvo que compartir con sus compañeros un hobby: su pasión siempre había sido tejer.
“Llevé trabajos que había hecho tejiendo, uno de ellos son muñecas, son 'amigurumi' que tejo”, relata en La Linterna la asturiana. “Son de un tejido a crochet y lo que hago es personalizarlas”, explica. Ana hace mascotas, lo que la gente le pida y esos objetos gustaron mucho, hasta el punto que empezaron los compañeros de su trabajo a encargarle muñecas.
Un proyecto personal en Asturias
Ana empezó a tejer y así recaudar dinero; lo que iba consiguiendo lo destinaba a pagar los estudios a aquel chico de Etiopía. Así surge el proyecto 'Soñando Muñecas'. “El objetivo de 'soñando muñecas' es potenciar la educación porque para nosotros es la herramienta más importante que puede tener una persona y un país para desarrollarse”, explica en COPE la impulsora de la inciativa.
Ana, a través de su iniciativa, ayudó a varias familias en el país. Pero no fue suficiente, su hucha iba engordando mientras seguía esperando el proyecto definitivo. Así pasó el tiempo hasta que conoció la asociación de sus sueños.
Se trata de una iniciativa que, como explica, está creada por “un héroe” porque “en contra de todas las costumbres, incluso ha nacido en un poblado de la etnia Caro, el sueño de su vida es tratar de evitar matrimonios forzados de niñas a los 12 años y tratar de eliminar costumbres que van contra la mujer y contra las niñas en esa zona de Etiopía”.
Habían conseguido rescatar a 32 niñas muy vulnerables que estaban a punto de casarse obligadas por sus familias. En aquel momento, se dio cuenta de que había encontrado el proyecto que llevaba tanto tiempo buscando y empezó a colaborar con ellos.