Una cura para el “envejecimiento relámpago”
Como cada miércoles, entramos en el mundo de la Ciencia con Jorge Alcalde, director de la Revista Quo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Sammy nació siendo un bebé normal de 2.700 gramos. Sin embargo, a los seis meses algo se empezó a torcer. Su crecimiento, misteriosamente, se frenó de golpe. Y, con apenas dos años de vida, llegó el diagnóstico: Sammy sufría el síndrome de progeria de Hutchinson-Gilford, un trastorno genético extremadamente raro que hacía que el niño envejeciera a cámara rápida. No había cura. David Araujo es colega de López Otin y profesor titular de Medicina en la Universidad de Santiago.
En el caso de Sammy, dijeron los médicos, lo normal es que muriera antes de cumplir los 13 años, pero lo cierto es que Sammy sigue vivo. De niño, conoció a uno de los principales expertos del mundo en envejecimiento, el español Carlos López Otín, y decidió seguir sus pasos para investigar su propia enfermedad.
A sus 23 años, Basso se acaba de licenciar en Biología en la Universidad de Padua y hoy publica junto al equipo de López Otín los resultados de un tratamiento experimental que ha logrado aumentar un 25% la longevidad de ratones afectados por el síndrome. “No sé si me ayudará a mí, pero por primera vez puedo creer que, en el futuro, los niños con progeria podrán vivir una vida normal”, explica Basso.