La amenaza nuclear de Rusia aumenta aún más la tensión con Occidente

Uno de los submarinos más largos de la flota rusa se dirige hacia al Ártico para hacer ensayos con "El apolacipsis", un torpedo de propulsión nuclear con una gran destrucción.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Todas las miradas del mundo se dirigen hacia el Ártico. Por sus aguas navega a estas horas el “K-329 Belgorod”, uno de los submarinos más importantes de la flota rusa. Tiene una eslora de 178 metros y una manga de 15 metros. Desplaza cerca de 30 mil toneladas. Para que te hagas una idea es el más largo en servicio del mundo pero no el más grande.

La preocupación para muchos países es que hablamos de uno de los dos únicos submarinos de la flota rusa que puede llevar a bordo el conocido como “Apocalipsis”, un torpedo de propulsión nuclear con una gran capacidad de destrucción. La OTAN ha mantenido siempre a este submarino bajo su radar. Todo apunta a que intentarán realizar ensayos dentro de los límites del mar de Kara, es decir, en el Ártico y en zonas despobladas. Y, evidentemente, sin carga atómica. La elección puede deberse no solo a su lejanía, sino para comprobar una de las supuestas ventajas de este proyecto: la posibilidad de disparar el misil debajo de una gruesa capa de hielo y disipar cualquier rastro de calor.

Este torpedo es capaz de viajar hasta 10 mil kilómetros de distancia con total precisión y sin otorgar apenas opciones de ser detectado. Por este motivo Estados Unidos ha activado la red de satélites para hacer el seguimiento que aprovecha el calor que desprenden los proyectiles cuando se activan. Aún así no hablamos todavía de un arma de guerra ya que por ahora se trata de un prototipo que aún está en desarrollo.

Una vez más Rusia mueve ficha para tensar la relación con el resto de países que miran perplejos cada movimiento dirigido por Vladimir Putin. Todo en un día en el que se han ratificado la firma de anexión a Rusia de las cuatro regiones del Dombás.

El movimiento de este submarino nuclear ha generado cientos de reacciones en todas las partes del mundo. Una de las más contundentes ha sido la del Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg que ha advertido de grandes consecuencias si Putin sigue jugando con estas amenazas. Aquí desde España la ministra de Defensa Margarita Robles veía muy lejos cualquier escenario cercano a la paz y consideraba una amenaza constante cada uno de los pasos ejecutados por Putin.

Desde el Kremlin se las prometían muy felices tras la firma de anexión a Rusia de las regiones ucranianas de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Por cierto que hoy la Duma ha ratificado por unanimidad estos tratados. Unos acuerdos en los que Putin ha intentado dar un golpe sobre la mesa de cara al mundo. Sin embargo la realidad sobre el terreno es muy diferente. Ya el sábado sus tropas sufrieron en Liman una nueva derrota, al norte de Donetsk. Allí el ejército ucraniano consiguió entrar en la ciudad hasta retener a más de 5 mil soldados rusos.

Se trata del segundo revés que sufre Moscú después de que hace tres semanas, en la región de Járkov, tuviera que replegar a sus efectivos obligando a Putin a decretar la movilización parcial de 120 mil personas entre 18 y 27 años, que iniciarán el servicio militar obligatorio el próximo 1 de noviembre. Mientras tanto desde el Kremlin siguen mandando mensajes dirigidos hacia occidente.

En Ucrania las tropas de Kiev contraatacan y siguen avanzando. Mientras desde Moscú movilizan en el Ártico a uno de los submarinos más poderosos de su flota. Un mensaje dirigido al mundo que se prepara para afrontar una nueva amenaza nuclear.