‘El milagro de IFEMA’: uno de los símbolos de la lucha contra el coronavirus echa el cierre

Médicos, enfermeros, trabajadores y responsables del recinto han formado un pasillo para despedir, con aplausos, a los cuatro últimos pacientes

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Dos días. Tan solo dos días hicieron falta para construir el hospital más grande de nuestro país. Empezó a funcionar el 21 de marzo para tratar a pacientes de coronavirus y hoy, tras 40 intensos días funcionando, el conocido como “Milagro de IFEMA” ha cerrado sus puertas. Lo ha hecho durante un emotivo homenaje esta mañana. Médicos, enfermeros, trabajadores y responsables del recinto han formado un pasillo para despedir, con aplausos, a los cuatro últimos pacientes que han recibido el alta.Aplausos que se han mezclado entre lágrimas y gritos de ánimo para seguir luchando contra el virus. IFEMA ha apagado sus luces y se ha convertido en unos de los lugares más representativos durante la crisis del coronavirus. Más de 35.000 metros cuadrados que han podido albergar hasta 1350 camas, de ellas 16 UCIs para atender a los enfermos más graves. Para ello se habilitaron los pabellones 9 y 7 y se empezó con un trabajo a contrarreloj de centenares de militares para instalar módulos, camas, maquinaria y todo lo necesario para poner en marcha un hospital. A su lado y echando una mano los efectivos del SAMMUR.De módulo en módulo todo empezaba a tener un sentido. Separaciones de seguridad entre las camas, lugares para el control, la farmacia, el vestuario, la limpieza o el almacén. A simple vista el trabajo daba sus frutos y todo parecía estar preparado. Mientras, en las tripas de esos pabellones, distintos héroes anónimos curraban a destajo para instalar los conductos de oxígeno. Fontaneros, soldadores, parados, bomberos... una labor realizada en tiempo récord.

Hoy se echa el cierre al hospital más grande de España. Un escenario que muestra lo que somos capaces de hacer los españoles cuando actuamos juntos por un mismo objetivo. Un lugar convertido en símbolo de vida y de esperanza. Pero también de batalla, de guerra y de compromiso de miles de sanitarios que se han jugado, se juegan y se seguirán jugando el tipo contra el coronavirus.