Visitamos el buque-escuela de la Armada 'Juan Sebastián Elcano', atracado todo el fin de semana en Barcelona
El Juan Sebastián Elcano acoge a lo mejor de la Armada. Un destino precioso, pero también muy sacrificado. Son muchos meses sin ver a la familia y a los amigos.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Lo que te propongo esta noche es más que una lección de historia, es un recorrido por uno de los buques insignia de nuestra armada.. Comenzamos la visita por un barco que vamos a recorrer milímetro a milímitro. Nuestro guía y con el que comenzamos esta vista es el alférez de navío Carlos Ameyugo.
Elcano fue botado el 5 de marzo de 1927 y entró en servicio un año después. Desde entonces - y salvo años excepcionales como los de la Guerra Civil - el velero ha realizado un crucero anual de instrucción. Cada detalle, cada pieza de este buque llama la atención. Y es que más que un barco en activo Elcano es una pieza única e irrepetible.
Estar subido en este barco te pone la piel de gallina. 113 metros de eslora, entre los puntos más extremos de proa y popa. Por no hablar de su silueta, reconocible a lo lejos por todos los amantes de los grandes veleros. Si levanto la cabeza y miro hacia arriba lo que veo es francamente imponente. Imagínate la sensación que tiene que dar ver a marineros de maniobra a 50 metros de altura tirando, cosiendo y recogiendo las velas. Se colocan el arnés de seguridad, pero igualmente tiene que dar una impresión tremenda. Porque una cosa es verlo aquí en Barcelona con un mar tranquilito y otra en alta mar con el golpe de las olas moviendo el barco a su gusto.
Son cuatro palos los que se reparten por la cubierta llevan el nombre de anteriores buques escuela de la Armada: Blanca, Almansa, Nautilus y Asturias. Ahora estoy frente a este último al de Asturias, también llamado Mayor Popel. A bordo hay más de 200 personas, 73 de los cuales son Guardiamarinas. Y esto es importante. Porque con casi todos con los que hablamos nos recalcan que esto es un buque escuela. Aquí compaginan clases teóricas con prácticas.
No es fácil formarse aquí. El Juan Sebastián Delcano acoge a lo mejor de la Armada. Un destino precioso, pero también muy sacrificado. Son muchos meses sin ver a la familia, a los amigos. José Gómez Vizcaíno es Guardiamarina. Es fundamental el compañerismo y eso todos lo tienen claro. Los oficiales que pasan por aquí siempre se llevan un gran recuerdo de su tiempo en este buque.
Cada rincón es mágico, es un hogar flotante. Me detengo, por ejemplo, frente a una columna que sujeta unos cuantos sables. Sables brillantes, dorados, de más de un metro, que tienen un significado simbólico. Si están colgados significa que los Guardiamarinas están a bordo. Seguimos el recorrido con Carlos, alférez de navío. El interior tiene pasillos muy estrechos. A veces llegan a ser claustrofóbicos. Entre este laberinto es obligatorio hacer una parada en las habitaciones de los alumnos.
Como nos ha contado Carlos, los dos años de pandemia han sido muy duros para la tripulación del Juan Sebastián Delcano. Les ha impedido salir a mar abierto y atracar en lugares como Cabo Verde, Cuba, Miami en los que era tradición ver el mástil del buque escuela. Te puedes imaginar que en una travesía de seis meses de duración puede surgir cualquier incidente relacionado con la salud de la marinería. Y por eso en buque de la Armada también navegan sanitarios.
Habíamos dejado al alférez de navio, Carlos Ameyugo, mostrándonos cómo un guardamarina consigue descansar y ordenar su vida en un espacio tan pequeño. Abandonamos las camillas y abrimos una puerta marrón de madera que es igual a todas las demás... pero este cuarto tiene un peso diferente. La visita del buque escuela, Juan Sebastián Elcano a Barcelona ha sido una demostración de cariño que ha dejado sin palabras a toda la tripulación. Las 12.000 entradas para subir a bordo se agotaron en horas. Tras 18 años sin hacer escala en la capital catalana, había muchas ganas de recorrer la pasarela que conduce a la cubierta de madera del navío. Una superficie que, como nos explicaba Carlos, sufre mucho por el salitre, lo que obliga a quienes les toca la guardia nocturna, a toque de Chifle, dejarlo todo limpio con agua y jabón.
Esto que escuchamos también suena cuando sube el comandante al buque. Pero en ese caso es una chiflada larga de atención. La figura del comandante lógicamente es una pieza esencial para el buen funcionamiento del buque. Es curioso porque nos dicen que el Delcano está concebido como una fortaleza, por eso no debe sorprendernos que a una zona del buque se la conozca como el alcázar. Un espacio cuadrado al que regresamos para acceder a la cuarta sección, la de oficiales. Y de ésta a la cámara de máquinas del barco, las tripas del velero. Por cierto, antes de abandonar el buque escuela, Juan Sebastián Delcano, nos preguntamos cuál es la manera correcta: Elcano ..o del Cano. Nos sacó de dudas el segundo de a bordo, Juan Renjel. Porque cada vez que me subo a este barco, aprendo algo nuevo.