Un taxista se lleva un aplauso por ser tan grande como para que médicos y enfermeros le hagan un pasillo
Julio César Herrero ensalza a este hombre capaz de ganarse el corazón y los aplausos de quienes normalmente los reciben
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Seguramente hay más, pero me he encontrado con su historia, y quiero contarla. En realidad sirve para muchos, porque como no sé cómo se llama… El caso es que este taxista traslada a los pacientes con coronavirus que lo necesitan desde su casa al hospital Ramón y Cajal de Madrid, o del hospital a su casa. ¡Vaya novedad!, me dirán. Pues sí: porque lo hace gratis a pesar de ser de lo que vive.
El sábado, los facultativos del Ramón y Cajal hicieron lo que viene siendo habitual. Le llamaron para que fuera a trasladar a un paciente. Al llegar al hospital le pidieron que pasara. Y al entrar, con su mascarilla, el taxista, un tipo grande, muy grande, no se encontró con el paciente, sino con un pasillo de médicos y enfermeros.
Impresiona ver a un tipo tan grande rompiendo a llorar. Los médicos le habían preparado dos regalos: algo de dinero que habían recaudado y los resultados de la prueba del Covid-19. Y se me ocurre que cuando quienes reciben los aplausos a las ocho de la tarde deciden aplaudir a otro, ese tipo tiene que ser grande, muy grande. Y creo que también merece un aplauso.