Churchill: un líder inesperado que cambió el transcurso de la historia

Se cumplen 80 años de su llegada al poder y este viernes se cumplieron 75 años del discurso de la Victoria

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Churchill: un líder inesperado que cambió el transcurso de la historia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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75 aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa. Un mundo en cuarentena ha conmemorado el final del conflicto bélico más importante y cruel de la historia. La guerra terminaba con la derrota del Fascismo, del Nacismo, queda pendiente la del Militarismo Japonés. Todo resultaría en el auge de dos grandes potencias globales: La Unión Soviética y los EE.UU. Hoy muchos identifican la victoria de los aliados con el liderazgo de Winston Churchill en el Reino Unido. Su energía, su determinación, sus grandes discursos inspiraron a su país y a toda Europa en su resistencia ante el avance de Hitler y el nazismo.

Churchill fue un líder inesperado. Había caído en desgracia durante la década de los treinta, tras haber ocupado los más altos puestos de la administración británica. Todos le veían con desconfianza. Sus cambios de partido, sus errores en la I Guerra Mundial, su imperialismo desbordante, le hicieron incómodo ante una generación de políticos que querían ante todo borrar el recuerdo de las trincheras. Incluso pactando con Hitler y secuaces. Churchill fue el líder que frente a los llamados apaciguadores predicó, al principio en el desierto, los peligros y el desafío mortal que suponía el nazismo. El tiempo probó que tenía razón.

En mayo de 1940, al mismo tiempo que el ejercito alemán se abalanzaba sobre Francia, Bélgica y Holanda como una inundación, Winston Spencer Churchill se convertía en primer ministro del Reino Unido. Le correspondió lidiar con alguno de los momentos más oscuros de la historia de Europa: La caída de Francia, la Batalla de Inglaterra, la entrada de Italia en la contienda… Y liderar en una guerra que, en 1941, tras Pearl Harbor se convirtió en hecatombe mundial. En una catástrofe ecuménica. Gobernó desde el parlamento al que nunca hurto su papel como referencia política de la vida de Gran Bretaña, al mismo tiempo que se convertía en el primer ministro más viajero. Un auténtico arriero de la política que derramó con sus discursos, ante sociedades febrilmente necesitadas de inspiración, su entereza, su convicción y la certeza en la victoria final ante la tiranía.

Cometió muchos errores, que no ocultó. No rehuyó la responsabilidad de sus actos, aunque el fue el primer y mejor historiador de su propia labor política. No en vano, su valía como escritor le llevaría a recibir el Nobel de Literatura. Paradojas de la historia, Winston Churchill Llevó su país a la victoria para perder unas elecciones generales. Aceptó la derrota con elegancia y rechazó un ducado (el de Londres) para seguir en la Cámara de los Comunes. Volvería a ser Primer Ministro entre 1951-1955. Tras la guerra, definió con rotundidad de las nuevas amenazas del mundo bipolar de la posguerra, y apunto la necesidad de una Europa Unida. De nuevo, más discursos elocuentes para la historia. Reflejo de un intelecto desbordante.

Las experiencias, sus errores, y sus aciertos, sus fracasos de juventud, sus muchos excesos… forjaron con el tiempo a un político maduro y responsable, a un estadista de gran percepción que supo ver el ascenso de Hitler el peligro real que suponía. Churchill fue, ante todo, el enemigo de Hitler. Y el principal responsable de mantener encendida una llama que finalmente hizo posible su derrota. Un liderazgo digno de ser recordado, en tiempos en los que los líderes son especie en grave peligro de extinción.

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