Ángel Expósito: "Se han confirmado los peores gobernantes posibles para la peor crisis"

El director de 'La Linterna', Ángel Expósito, analiza cómo ha sido el último año de pandemia en España

Ángel Expósito

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Hace un año comenzamos a vivir de un modo distinto el resto de nuestras vidas y ya se nos ha olvidado. Con Pablo Iglesias, Yolanda Díaz, Errejón y lo que pase en Murcia tenemos bastante. Da lo mismo la pandemia, la ruina, Europa y los 100.000 muertos. La clave la tienen Errejón y el Macho Alfa. Pues no me da la gana. Al menos por un ratito.

El puñetero covid nos ha cambiado la forma de vivir y de morir, como hace un año exactamente me dijo mi compañera Eva Revenga. El coronavirus debería habernos hecho mejores, pero lo dudo. Ha pasado un año del confinamiento, de los aplausos, un año ya desde que empezamos a tener miedo. Pero paso de ponerme poético. Seguro que a ti como a mí, nos asaltan mogollón de sensaciones.

Empiezo, casi por orden cronológico, por un error propio, porque yo me los creí. Yo soy de los que creí a Fernando Simón. Yo nunca pensé que moriríamos a decenas de miles. Yo estaba seguro de nuestro sistema de salud aguantaría y me equivoqué en todo.

Una canción. Resistiré. Es imposible no emocionarse escuchando esta versión del Resistiré. Un recuerdo. Tengo la imagen grabada de la calle Bravo Murillo, entre Plaza Castilla y Cuatro Caminos, absolutamente desierta. Llevábamos la compra al abuelo, en pleno mes de abril. Solo te cruzabas con la policía, alguna ambulancia y los furgones de la funeraria. Madrid (como tu ciudad y tu pueblo), en silencio y vacío.

Un sonido. Mis vecinas en Tres Cantos dedicando canciones a todo el barrio cuando salíamos a aplaudir a las ocho de la tarde. Recuperamos y reconocimos a los vecinos, aplaudimos emocionados a los sanitarios y bailamos, inconscientes aún, con lo que se nos venía encima.

Una esperanza. La vacuna, claro. La ciencia y los científicos. Lo único bueno de esta pandemia es que hemos puesto el foco en gente impresionante, en esos investigadores y becarios que son los que nos van a sacar de ésta. Científicos que, a la mínima, vuelven a quedar tapados por la politiquería y el tertulianeo diario. La vacuna es la esperanza. Sobre todo para tantos mayores como mi suegro, al que vacunaron hace unos días. Qué sensación de ilusión. Y es que la gran injusticia vivida este último año de nuestras vidas es precisamente ese porcentaje: más del 80 por ciento de los 100.000 muertos sin mayores de 75 años.

Una imagen. Esos guardias civiles de San Esteban de Gormaz (Soria) repartiendo los deberes, libros y cuadernos a los niños del pueblo con menos recursos. Niños sin Internet pero con la Guardia Civil al lado. Una imagen que simboliza a la UME, la Operación Balmis, las morgues o las desinfecciones.

Un horror. Aquellos tanatorios y las residencias de ancianos. Esos soldados velando cadáveres y esas auxiliares velando a sus residentes. ¿Te imaginas el miedo que habrán pasado los ancianos, solos, desnortados, aislados en sus habitaciones?

Un reportaje. Aquél pabellón 14 del IFEMA. Con los soldados de la Unidad Militar de Emergencias en un pabellón refugio para los sin techo de todo Madrid. Soldados como castillos limpiando las letrinas y las duchas de los mendigos; desinfectando las literas y las cocinas. Y, a la vez, trasladando cadáveres y montando UCIS en el hospital de IFEMA. ¡Qué honor sentirse protegido por soldados así!

Un viaje fuera de España, el último. La última vez que fui a Londres hace un año para contar el disparate del Brexit y poco después también a Londres con Pilar, aquel paseo por Candem y por Covent Garden, el musical Mamma Mía... Los viajes que nos hemos perdido a las elecciones en Estados Unidos, a Irak con el Papa y los próximos que haremos al origen de la emigración desde África hacia Canarias, o el viaje que tenemos pendiente al infierno de Venezuela. Porque los boinas verdes de COPE tenemos la mochila, las botas y la cartilla de vacunación preparadas.

Y un deseo. El trabajo. Hace unos días tuve ocasión de participar en una clase con futuros colegas del CEU. Y una de las alumnas me preguntó qué noticia me gustaría dar y respondí convencido. Convencidísimo: "Que la crisis económica termina y que se recupera el empleo. Que logramos terminar con el paro". La noticia que me encantaría dar es que hay trabajo.

Ah, y mi posdata. En clave política, tras un año de monsergas, mentiras, populismo y una absoluta falta de empatía. ¿Te acuerdas de las chapas que nos metía Sánchez todos los fines de semana, para su autobombo y propaganda? Fíjate, esto me parece lo peor. La mentira, la falta de solidaridad por parte del presidente y del vicepresidente del Gobierno. La inmensa falta de empatía. Y encima le agradece su labor con las redundancias de ancianos.

Han fingido, nos han mentido y nos han sermoneado sin cortarse un pelo. Desde el casoplón o desde lo alto del Falcon nos han tratado como súbditos. Y súbditas. Me niego. Se han confirmado los peores gobernantes posibles para la peor crisis.

Y ahora sigamos con Errejón como si fuera Churchill, con Pablo Iglesias como si fuera Fidel Castro y con Yolanda Díaz como si fuera Ángela Merkel.