Expósito: "Juzgan en Alemania a una yihadista que mató de sed a una niña yazidí"

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Tengo una historia que contarte. Una historia de esas por las que merece la pena pararse 5 minutos. Pasar olímpicamente de la campaña y centrarnos en lo importante. Me refiero al tema de los retornados del Daesh, a sus viudas, a sus hijos, a los desplazados. Titular: juzgan en Alemania a una militante de Daesh, alemana por los cuatro costados, que esclavizó y dejó morir de sed a una niña de 5 años. La pequeña enfermó, tras lo cual fue encadenada bajo el sol, al aire libre y a 45 grados, como castigo porque mojaba la cama. La niña era yazidí.

La audiencia territorial de Múnich ha abierto el proceso contra una alemana de 27 años, convertida al islam y presunta militante de Daesh, a la que se imputa haber esclavizado y dejado morir de sed a una yazidí de cinco años en Irak.  A la acusada, Jennifer W. y originaria del estado federado de Baja Sajonia, le imputa la fiscalía federal crímenes de guerra, asesinato por omisión y militancia en una organización terrorista en el extranjero. La lectura de los cargos contra la acusada ocupó la primera jornada, tras lo cual se interrumpió la vista hasta el próximo 29 de abril.

La razón de la interrupción, según explicó la fiscalía, es que se ha localizado a la madre de la víctima, que está dispuesta a declarar y a quien representará, en calidad de acusación particular, la activista y abogada Amal Clooney.  La abogada de Jennifer W. declaró, por su parte, que la procesada no se pronunciará acerca de los cargos que se le imputan. Según la fiscalía, la procesada compró en 2015 como esclava, junto a su marido, a una niña de un grupo de prisioneros yazidíes.

La pequeña enfermó, tras lo que fue encadenada bajo el sol, al aire libre y a 45 grados, como castigo porque mojó la cama. La niña murió de sed bajo un sol inclemente, por lo que la fiscalía acusa a la procesada de asesinato por omisión de ayuda. Según la acusación, la imputada dejó Alemania en agosto de 2014 para unirse a las filas del terrorismo islámico y llegó a Irak a través de Turquía, primero, y Siria, después. Hasta septiembre de 2015 formó parte de la llamada «policía de la moral» integrista en Mosul y Falluya, donde su tarea consistía en vigilar que las mujeres se vistieran de acuerdo a los cánones ordenados por el estado islámico.

La mujer patrullaba tras caer la noche por los parques de esas ciudades, armada con una pistola y un kaláshnikov y cobraba por estos servicios un sueldo mensual de entre 70 y 100 dólares. Fue en ese tiempo cuando compró junto con su marido a la niña, a la que esclavizaron hasta que cayó enferma. La alemana fue detenida tras acudir a la embajada alemana de Turquía para renovar su pasaporte, tras lo cual las autoridades turcas la extraditaron a Alemania. Su marido no es de nacionalidad alemana ni se encuentra en el país, según las informaciones en curso.

El  juicio contra Jennifer W. es el primero que se abre en Alemania contra una presunta exmiembro del Estado Islámico retornada al país y en principio se han previsto 23 vistas hasta el próximo septiembre. Fuentes del gobierno alemán informaron hace unos días de la repatriación de otra mujer que viajó en 2015 con sus hijos a zonas controladas por el Estado Islámico y que luego huyó de la organización. Según Der Spiegel, la mujer estaba en un campamento en territorio sirio controlado por Turquía y al llegar a Alemania quedó detenida, mientras que sus hijos fueron entregados al padre.

En Alemania se debate cuál debe ser el destino de los ex militantes de Daesh de nacionalidad alemana y el de sus familias que hayan quedado en campos de prisioneros de las zonas kurdas de Siria. La historia es terrible. Juzgan a una alemana, tan europea como tú y como yo, que compró a una niña yazidí y que la dejó morir abrasada, al sol en Siria, sin agua. Y todo porque se había hecho pis en la cama. Ahora vamos con la campaña electoral.