Expósito: "La realpolitik según convenga. ¡Ja!"

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"Son las ocho, las siete en canarias 

Asistimos a un periodo de la historia y de las cosas en el que la realpolitik reaparece, puede que nos avergüence. Como diría pabloiglesias, vicepresidente y vicetodo in pectore. Hay que cabalgar contradicciones.

La «política de la realidad» es la política o diplomacia basada en intereses prácticos, sin atender a la teoría o la filosofía como elementos "formadores de políticas".

La realpolitik aboga por el avance en los intereses de un país de acuerdo con las circunstancias actuales de su entorno, en lugar de seguir principios filosóficos, teóricos o morales.

El artífice de la primera unificación de Alemania, Otto Von Bismarck, acuñó el término al cumplir la petición del príncipe Klemens von Metternich de encontrar un método para equilibrar el poder entre los imperios europeos. 

Aquel equilibrio de poderes significaba la paz, y los practicantes de la realpolitik intentaban evitar la carrera armamentística. Sin embargo, durante los primeros años del siglo XX, la realpolitik fue abandonada y en su lugar se practicó la doctrina weltpolitik, y la carrera armamentística recobró abocó a la primera guerra mundial.

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Digamos que para llevar a cabo una realpolitik hace falta tragar mucho, buenas dosis de egoísmo y luces largas.

El actual episodio de la historia que vivimos con Arabia Saudí, como actor principal, es un ejemplo perfecto de real polítik.

A saber. Evidentemente, el régimen de Riad, sus servicios de inteligencia o vete tú a saber, acabaron con la vida del periodista Jamal Khashoggi. Y en qué circunstancias. En el consulado de Estambul, descuartizado, esparcido. Un horror. Una película de terror.

Pero a la vez, resulta que Arabia Saudí vende petróleo y gas, muuuucho petróleo y muuuucho gas. Y está en guerra con Yemen. Una guerra salvaje y olvidada. Y a más a más. Mantiene un pulso regional con Irán y con Siria y con Irak en medio. Y para acabar de complicarlo todo se dice que estuvo detrás o delante del nacimiento de Al Qaeda y del Daesh.

Lo que ocurre es que esto de la realpolitik es más transversal de lo que parece. Todo el mundo, o casi, tiene un muerto en el armario. Con perdón por el símil, pero es así.

De entrada, el asesinato de Khashoggi es atroz. Sin el más mínimo paliativo. Es de una crueldad y de un simbolismo repugnantes. Pero el de Khashoggi no ha sido el único asesinato salvaje. De ahí nuestro cinismo.

Por ejemplo, ¿por qué no nos acordamos de cómo mataron al disidente cubano Oswaldo Payá en el año 2.000? ¿A alguien le cabe alguna duda de que lo mataron por eso, por disidente?

O, como ha recordado el sobrino de la Tía Pascualina esta mañana, ¿y la periodista Politowskaya? ¿Alguien duda de que la mató el sistema del Kremlin? ¿Y en Irán? Por qué pabloiglesias se pone estupendo contra Arabia Saudí, y con razón. Pero, ¿del régimen iraní que le paga con su tele y que ahorca en plazas públicas, qué?

Es más, de hace sólo dos semanas, ¿te acuerdas del disidente venezolano Fernando Albán, al que literalmente tiraron por la ventana desde el edificio del servicio bolivariano de inteligencia?

Seamos sinceros, la realpolitik es un fenómeno tan cínico como plural. Lo que no vale es llevarse las manos a la cabeza con un muerto y no hacerlo con otro u otros. Lo de Khashoggi fue atroz, inenarrable. ¿Pero te imaginas a Fernando Albán cayendo al vacío? ¿Lo que ese hombre sintió hasta el impacto contra el suelo?

   

¿Por qué diferenciamos entre unas víctimas u otras? Insisto, seamos francos: los muertos son distintos y las reacciones también. Por realpolitik. Eso sí, por la que más conviene según quien haya matado al muerto".

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