Ángel Expósito: "De los tres poderes del Estado, ya nos hemos cargado la independencia de dos"

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A vueltas con el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Lo peor no es el bloqueo, la provisionalidad, el espectáculo o los lamentos y críticas de Carlos Lesmes. No. Lo peor no es que PSOE y PP, PP y PSOE no sean capaces de acordar nada. Tampoco. Lo peor es la imagen que esta disputa está arrojando sobre los jueces y magistrados. Lo peor es que la etiqueta partidaria de los miembros del CGPJ se traslada, ante la opinión pública, se traslada a los jueces de tu juzgado. Que si este es un facha, que si esa es roja, que si aquella es de Podemos...

Sinceramente, creo que la política en general y el Gobierno en particular no son conscientes del daño que supone para España la desinstitucionalización del Estado. Perdón por el palabro, pero nos estamos cargando las más altas instituciones pasito a pasito. Lo que no sé es si nos cargamos las instituciones a propósito o por incompetencia. Si nos cargamos el Poder Judicial por inútiles, malo. Pero si nos cargamos la imagen de la independencia judicial aposta, es peor. Mucho peor. Es un suicidio con temporizador. Y a ver quién es el guapo (o la guapa) que luego da la vuelta a esto. Y luego se extrañan (o no, porque lo hacen a propósito) del alejamiento de la gente respecto a la política.

Otro aspecto que me parece interesante y que es una consecuencia directa de este espectáculo es la desaparición de la separación de poderes. Y perdón, otra vez, por la cacofonía. Como dice Herrera, queridos niños, la separación de poderes clama por la independencia de los tres poderes del Estado, cada uno respecto a los otros. A saber: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. O sea, el Gobierno, el Parlamento y los jueces.

Esto viene de lejos. Montesquieu (siglo XVIII), que en verdad se llamaba Charles Louis de Secondat, argumentó que "todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del poder hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar de este hace falta que el poder detenga al poder". Se trata de cada uno de esos poderes, entre ellos mismos, se controlen y detengan los excesos de los otros para impedir que alguno de ellos predomine sobre los demás.

Bueno, pues aquí, pasito a pasito hemos enterrado a Montesquieu. El Ejecutivo y el Parlamento es lo mismo desde hace muchos años hasta el punto de que al diputado que se salte la disciplina de su partido le cae una multa. Si, si, una multa económica. De los tres poderes ya nos hemos cargado la independencia de dos. Y queda el tercero. El Judicial. O el sistema pone controles para que el político no lo controle... o lo controlará. Y no me refiero al CGPJ, no. Me refiero a las sentencias, a los jueces que dictan las sentencias. En lo que la política quiere influir es en eso, en las sentencias directamente, no en el Consejo.

Por eso, lo más importante de lo dicho por Carlos Lesmes fue cuando se defendió y negó las acusaciones de Sánchez sobre la sentencia del procés: ni venganza, ni revancha. Porque el presidente del Gobierno se metió de hoz y coz, desde la Moncloa, en el contenido de una sentencia del Tribunal Supremo. No hay mayor intromisión. Ni mayor abuso. Y no pasa nada. Y lo dijo el presidente del Gobierno.

Ah, mi posdata. Hay quien incluye otros poderes en este puzzle: la jefatura del Estado, la prensa como "cuarto poder" y hasta la educación, como se lo oí esta mañana a un oyente de Herrera. Bueno, pues al Jefe del Estado lo ponen en entredicho día sí y otro también desde el propio Gobierno. La educación, no te pierdas el bodrio de la Ley Celáa. Eso sí que es ingeniería social y sobre el mal llamado "cuarto poder" (el periodismo). Niego la mayor. Ese es el problema de este oficio. Que nos hemos creído que, en efecto, somos un poder y se nos ha ido la pinza

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