Ángel Expósito, sobre Cuba: "Llegas creyendo que es el Caribe español y vuelves con un nudo en el estómago"
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Dicen que Franco decía aquello de: "A Cuba ni me la toquéis", lo que según sus exégetas quería decir algo así como. "Que Fidel haga lo que quiera con Cuba, pero en sus cosas no nos metamos los españoles. Ni siquiera yo, pensaba Franco".
Pero los años pasan, los lustros se enquistan y la revolución se requeté confirma como una farsa. Una dictadura. Un experimento que se expande como puede y donde puede, ante los complejos absurdos de una presunta izquierda europea tan cínica como cobarde.
A todos estos, incluidos la mitad de los miembros del Gobierno de España, yo les hacía vivir allí, en Cienfuegos, en Holguín o en la Habana vieja, un mes, como un cubano de a pie. Que busque un trozo de pollo como una cubana. ¿A que no hay?
Cuando cayó el muro de Berlín, cuando se desintegró la Unión Soviética, empezó el fin del milagro romántico de la revolución. Y poco a poco han ido saltando todas las costuras. De hecho como pasó en Europa, todo el mundo intenta salir como aquí todo el mundo intentaba saltar el muro. Al revés ni uno. A Cuba, para vivir como un cubano no va ni Blas. Como cuando cayó el muro. Nadie saltó para meterse en la Alemania del Este.
Porque la clave es la libertad. Eso que gritan los cubanos que se han atrevido a salir a la calle. LI BER TAD. Nada más y nada menos que libertad.
En cierta ocasión (yo he visitado Cuba, creo que 4 o 5 veces) en cierta ocasión, digo, Enrique Campo y yo paramos a comer en un restaurante junto a Capitanía, en La Habana. Una Capitanía, por cierto, donde se mantienen los tronos tal cual de los Reyes de España.
En aquel restaurante, como en casi todos, un trío amenizaba el rato cantando habaneras, cumbias. Al recorrer las mesas pasando la gorra, el líder del grupo se paró con nosotros y al escuchar nuestro acento español de España nos dijo: "Españoles yo sé lo que es la libertad. Una vez estuve en Tenerife una semana porque allí vive mi hermana y viví libre. Yo sé lo que es la libertad mi hermano".
En ese mismo viaje, paseando por la calle Obispo de la Habana vieja, nos acercamos a un chaval para que nos contara su relación con los turistas españoles, su trabajo como guía... el chico casi huyendo nos dijo: "No, no, por favor. Que no me vean hablar con ustedes. Son extranjeros. En ese portal está el CDR de esta calle".
El CDR. ¿Te suena? Allí son El comité de defensa de la revolución. Aquí comités de defensa de la República. ¿A que es curiosa la coincidencia?
En otro viaje, mi primer viaje a Cuba, El histórico Santiago Castelo (que en paz descanse) y yo hacíamos cola para entrar en El palacio de la salsa. Uno de tantos lugares donde sólo pueden entrar los cubanos (y las cubanas) si van acompañados de un extranjero. No olvidaré cómo se nos acercó una casi niña de 13 o 14 años. Guapísima. Cubanísima. Y nos pidió entrar con nosotros acompañarnos y, a cambio, correspondernos.
Castelo le preguntó cuántos años tenía "hija mía". Y le dimos un par de dólares para que se fuera a casa. Cuando entramos al Palacio de la salsa. La chica estaba dentro, pasando de pierna en pierna de unos empresarios españoles encantados con su presa.
Y es que Cuba duele mucho. Insultan y utilizan los tacos en las conversaciones como nosotros los españoles. La Habana es Cádiz con más negritos... Cádiz La Habana con más salero. Y recuerdo hace un par de años en lo cayos, cerca de Camagüey, cuando el patrón del barco que habíamos alquilado me dijo: "Han tenido ustedes mucha suerte. Dentro de unos días NO tendremos siquiera para hacer hielo. No vamos a tener luz".
O en el hotel, donde quise tomarme un segundo café y no había más que para un café por cliente. Porque la autoridad ya racionaba el café. ¡El café en Cuba! Incluso para el extranjero. Por cierto, en aquel hotel disfrutaba de unos días la hermana de Maduro. Con sus hijos, su séquito y sus escoltas.
Nunca olvidaré aquella cena en casa del embajador de España Eudaldo Mirapeix, aquel paseo con Alejandro Alvargonzález o la estampa del Juan Sebastián Elcano en el Puerto de La Habana.
Lo dicho. Cuba duele mucho. Llegas creyendo que es el Caribe español y vuelves con un nudo en el estómago, una enorme angustia por la LI BER TAD.
Posdata: El efecto contagio. Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, el populismo en Argentina o Brasil. La falsa revolución cubana, el régimen castrista evolucionó tras la caída de la URSS y se expansionó por la región. El máximo ejemplo, Venezuela.
Inteligencia y espías a cambio de petróleo. Quien no quiera ver la causa- efecto entre las manifestaciones en Cuba y la reacción en Caracas. Está ciego. Las amenazas y los ataques a Guaidó son un aviso a navegantes. Y nosotros aquí. Con los alumnos aventajados del régimen sentados en el Consejo de Ministros.