Expósito: “Ni los del botellón, ni los de las playas se acuerdan de la morgue del Palacio de Hielo”

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El director de 'La Linterna' en COPE, Ángel Expósito, pide no olvidar todo lo que hemos vivido durante estos últimos meses aunque España entre en la "nueva normalidad", desde el verdadero número de muertos a todos los héroes de verdad.

Este fin de semana entra el verano. Este domingo abandonamos el estado de alarma. Terminamos el confinamiento y las fases tras noventa y tantos días que para muchos han sido un estado de excepción, un arresto domiciliario masivo más que un estado de alarma.

Hace tres, dos o un mes no dábamos un duro por salir de ésta, así, durante el mes de junio. En febrero o a primeros de marzo no podíamos imaginar la magnitud de la pandemia. Empezamos esto durmiendo con el edredón o la funda nórdica y lo terminamos poniendo el aire acondicionado.

Expósito, sobre la gestión de la pandemia durante el Estado de Alarma

Expósito, sobre la gestión de la pandemia durante el Estado de Alarma

Yo recuerdo haber dicho aquí, a esta hora, encendiendo ‘La Linterna’, que estábamos en el mejor país del mundo para afrontar la pandemia del coronavirus y me equivoqué trágicamente.

Yo mismo tuve aquí una enganchada en la tertulia con José María Olmo, cuando dijo a primeros de marzo que podríamos pasar los 6.000 muertos en España por coronavirus: “Pero ¿cómo se te ocurre decir eso? ¿Te das cuenta del alarmismo que estás creando? Eso es una irresponsabilidad”, le dije. Y me colé. Metí la pata hasta el fondo. Me equivoqué porque no han sido 6.000 muertos... no. Han sido cerca de 50.000.

Ahora, salimos del estado de alarma y me parece increíble que se nos haya olvidado todo, como si el bicho se hubiera desintegrado, como si no hubiera muerto nadie, como si Cáritas no tuviera un trabajo infinito en las colas del hambre.

Y esa es otra. Además y, a pesar del Gobierno, la prueba de fuego de esta España nuestra va a ser cómo compaginamos la salida de la crisis, porque saldremos de ésta; cómo compaginaremos nuestro empleo, los que tenemos la suerte de mantener el trabajo con tanta gente que se ha quedado completamente colgada. Dicho de otro modo, cómo compaginamos la recuperación del trabajo con los subsidios que este Gobierno quiere establecer para siempre. Es una cuestión ideológica.

No se nos deberían olvidar tantas cosas y, sin embargo, se nos olvidan. Ni los del botellón, ni los que rebosan las playas se acuerdan de la morgue del Palacio de Hielo. Puede que ni siquiera sepan que se colapsaron los servicios funerarios y que los crematorios no daban abasto.

Tanto irresponsable no se acuerda de los soldados que honraron, acompañaron y lloraron ante miles de féretros con letreros desconocidos. Demasiada gente no sabe y no valora ejemplos como el que nos contó aquí la cabo Liliana Castro: Ella y sus compañeros que acompañaron a enfermos agonizantes en los últimos minutos de vida en el Hospital Gómez Ulla.

No. No tenemos derecho a olvidarnos de nuestros héroes, del miedo que pasaron los sanitarios en las UCI's, de esas enfermeras y celadores que se alejaron a propósito de sus familias, del trabajo a destajo de los policías y guardias civiles sin mascarillas siquiera. Ni del cura, la misionera, la cajera, el reponedor, el repartidor, el barrendero o el transportista. Ni del piloto o las auxiliares de las residencias de ancianos.

Como tampoco, ¡Ojo!, deberíamos olvidarnos de las mentiras, ni de la demagogia, ni del cinismo infinito de unos políticos tan cobardes que no se atrevieron a visitar el hospital de IFEMA o las morgues improvisadas, que se saltaron sus cuarentenas y aislamientos por el morro. Por soberbia y chulería. Menudos son...

No deberíamos olvidar la total falta de empatía, el postureo y los mítines insoportables, regalados y a destiempo todos los fines de semana durante estos tres meses.

Llega el verano; los más afortunados volveremos a la playa, al restaurante y los más irresponsables volverán al botellón y a beber a morro.

Insisto, a ver cómo compaginamos nuestra desmemoria con la realidad de las colas del hambre y las estanterías del Banco de Alimentos.

Y los muertos. No me cabe en la cabeza mayor ignominia, ni vergüenza más grande, que olvidar a alrededor de 25.000 muertos. Y, sin embargo, se han ido como si nunca hubieran existido. Casi el doble de los 28.000 con los que nos mienten incluso a día de hoy. Entre cambalaches, cambios de método, excusas infantiles y políticas chavistas hemos deshonrado a nuestros muertos.

Unos muertos que, para mayor bochorno, eran nuestros mayores en su inmensa mayoría. Esto tampoco deberíamos olvidarlo mientras acometemos la recuperación y pensamos cómo salir de ésta situación. La peor situación con el peor Gobierno que podíamos pensar.

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