Expósito: "Desde la grandeza de Córdoba, todo el politiqueo se ve como muy paleto"

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Encendemos La Linterna en Córdoba. Estamos en una de esas ciudades únicas en el mundo, con un patrimonio, una historia, cultural y artística. Una ciudad con un valor incalculable. No hay nada igual en el planeta a la Catedral, a la Mezquita. Habrá monumentos más imponentes, no digo que no. Y menos. Más antiguos, por supuesto. Con más historias. Pero tan particulares, tan especiales, no.

No me importa reiterar un mensaje que sostengo y ratifico siempre que puedo. Y es que me niego a admitir la patraña de las comunidades históricas. ¿Y el resto qué? Porque para historia, por ejemplo, Córdoba. Esta ribera del Guadalquivir. La semana pasada estuvimos en Asturias, y te puedo asegurar que hablando del tal Pelayo (menos mal) me pasó lo mismo.

En este sentido, y por enmarcar el teatrillo al que asistimos con las reuniones entre el PSOE y Esquerra, recuerda lo que nos contó el historiador Óscar Uceda aquí en La Linterna. Refleja perfectamente el nivel de locura y de mentira. El nivel de sinsentido del independentismo catalán.

Leonardo Da Vinci, para los independentistas catalanes, es Leonardo de Vic. El problema está en que lo dicen en serio. En el mismo programa, decían que las montañas que salen detrás de La Gioconda son las montañas de MontserratNo me digas que no son lunáticos.

Descendemos de la Luna y aterrizamos en Córdoba. La Catedral-Mezquita de Córdoba data de la segunda mitad del siglo VI. En la época de los obispos Lampadio, Agapio y Eleuterio. En ese momento, se edifica la Basílica visigoda de San Vicente Mártir. Se levanta justo en ese mismo espacio en el que ahora se encuentra la Catedral-Mezquita. De hecho, algunos de los vestigios de ese edificio son visibles a día de hoy.

Con la invasión musulmana, se decide que el culto islámico requería un nuevo espacio. Es entonces cuando se construye el primer oratorio musulmán, que sigue un esquema basilical. Es la Mezquita de Abderramán I. Poco tiempo después, es Hisham I quien decide construir el minarete, el primero de aquel Al-Ándalus, con el objetivo de llamar a la oración.

Sesenta años más tarde, Abderramán II amplía la Mezquita por primera vez, debido al incremento de población. Y Alhakén II vuelve a ampliar el espacio. Hasta que Almanzor, casi al límite del año 1000, realiza la última ampliación musulmana. Fue el momento en el que la Mezquita de Córdoba alcanzó su máximo esplendor.

A la vez, la Reconquista cristiana avanzaba lentamente Norte-Sur por la Península. Tras la recuperación cristiana de Córdoba en 1236, Fernando III de Castilla convirtió la Mezquita al culto cristiano. Pero la conversión en Catedral fue haciéndose poco a poco. Durante toda la Baja Edad Media, prevaleció adaptándose el culto y la liturgia cristiana.

La Capilla Mayor fue situada bajo uno de los lucernarios de Alhakén II. En 1371, es terminada la Capilla Real, donde estuvieron sepultados Fernando IV y Alfonso XI. Y es en 1489 cuando se produce la primera gran intervención cristiana, ocupando gran parte de la ampliación de Alhakén.

Se convirtió en una nave de estilo gótico. Años después, se construyó el crucero catedralicio y un espacio de cruz latina. Finales del siglo XVI. Envuelven el minarete con un grueso muro, se instalan las campanas… Después, se configura el actual Patio de los Naranjos. Es a comienzos del XVII cuando se construye la bóveda sobre el crucero y se crea el Retablo Mayor.

La transformación lenta de la Mezquita en Catedral cristiana es impresionante: un proceso único en la historia del arte mundial. Su transformación y su conservación, hasta la Mezquita, es el arquitecto Velázquez Bosco quien, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se centra en recuperar parte del legado islámico oculto con el paso del tiempo.

Hoy en día, la Catedral-Mezquita de Córdoba podría definirse como un híbrido arquitectónico que sintetiza una buena parte de los valores artísticos de Oriente y Occidente. Representa, sin duda, una síntesis de los vaivenes de la historia de España. Que es lo mismo que decir la historia del mundo.

¿Y sabes qué? Desde aquí, con este legado y esta perspectiva, con este orgullo del arte mundial, todo lo demás se ve muuuuy pequeñito. Lo siento, pero las cosas de Rufián, la cara dura de Puigdemont, las argucias de Pedro Sánchez o las visitas a Junqueras en la cárcel, desde la grandeza de una pasada como Córdoba… De verdad, todo el politiqueo se ve como muy paleto.

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