Expósito: “Lo único que nos faltaba es que se nos cayera un cohete chino encima, ¿quién es el gafe?”

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Noticia de esta mañana. Parecía coña, un fake, pero era verdad.

Los restos de un cohete chino han puesto en jaque a los aeropuertos en España. Tras varias horas de cierre en Cataluña, Baleares, Aragón y Navarra, que afectó tanto a las salidas de vuelos como las llegadas, se levantaron las restricciones en una franja del espacio aéreo español tras el paso del cohete descontrolado y que ya ha caído, al parecer, en el Pacífico Sur.

Lo que nos faltaba. Lo único que nos faltaba es que se nos cayera un cohete chino encima. Pregunta: ¿Quién es el gafe? ¿Quién me ha puesto la pierna encima para que no pueda levantarme?

Menos mal que lo del cohete chino quedó en un susto. Y en los retrasos de unos cuantos aviones.

Por lo demás, cerramos semana económica (con datos del paro, varapalo del Banco Central Europeo, inflación, la polémica de los fondos europeos) denominador común: Todo es mentira.

Lo último, el paro y la imaginación contable. Lo penúltimo, el enésimo aviso del BCE sobre los impuestos a la banca y lo de siempre, la inmensa chapuza del Gobierno con los fondos europeos.

Luego vendrá Maria Jesús Montero, con su gracejo y locuacidad innata y nos intentará vender una moto sin ruedas y una bicicleta sin sillín. La verdad, la verdad de la buena es que el caso de los fondos europeos es un escándalo. Una chapuza infinita, un pozo sin fondo. Una mentira tras otra. Una ensalada de datos y promesas que (como ocurre con las estadísticas del paro) son falsas e indemostrables.

Me imagino a la legión de asesores redactándole a la Montero la trola del día para que luego ella, como solo ella sabe, nos la intente colar. A nosotros y a los socios y a toda Europa. Y es que en materia económica se confirma que Sánchez es el único ser vivo del planeta capaz de engañar a todo el mundo a la vez.

Por cierto, ¡qué papelón, Marlaska! ¡Qué papelón! Lo último, el lamentable espectáculo con lo sucedido meses atrás en la valla de Melilla. A ver cómo sale de ésta, a ver a quien cesa para seguir en el cargo.

En clave internacional la semana termina con el Ejército ruso batiéndose en retirada en Ucrania. Metro a metro, muerto a muerto. Y salvajada a salvajada. Pero ¡Ojo! que ante el ridículo mundial de Putin la reacción puede ser atroz. Desde tres frentes: guerra energética contra Europa, la guerra del frío contra los ucranianos y la guerra del hambre contra el mundo más pobre.

Al frente bélico hay que unir el pressing energético a Europa, sin soldados pero con inflación. En clave interna Putin pretende que los ucranianos se mueran de frío (uno a uno) y en clave mundial la bestia psicópata quiere que el mundo más pobre se muera de hambre y que en su emigración desesperada desestabilicen (más aún de los que nos desestabilizamos sólitos) nuestros países.

En cuestión política: El Gobierno en su laberinto de socios, de ley Trans, de Memoria histórica, de Presupuestos, y de presos asesinos etarras, del delito de secesión. Puigdemont, Junqueras, Rufián... Otegui, el PNV, "que te vote Txapote"... y el propio Consejo de ministros. Y nos queda año y poco para las elecciones generales. Esto va a ser insoportable. Pero insisto, yo soy Feijóo (el enemigo público número uno) y no ne fío un pelo de las encuestas. NI UN PELO.

En clave social me quedo con el suceso atroz del pasado finde. Esa madre que mató a su hija Olivia de seis años en Gijón para que el padre no se quedara con la niña tras ganar la custodia.

Un drama terrible de principio a fin. Una pareja destrozada hace cinco años con una niña recién nacida. Él, condenado por lesiones entonces. Ella, con decenas de denuncias falsas. Y así hasta el pasado viernes, cuando el juez otorga la custodia definitiva al padre.

Hace una semana, Noemí (la madre) se lleva a la niña (seis añitos) y la mata con un cocktail de pastillas. Las imágenes del padre ponen la piel de gallina. El silencio del feminismo oficial también. Pobre cría y pobres abuelos.

¡Ah! Y mi posdata. Termino con una noticia repleta de esperanza, de espíritu de lucha, esfuerzo, ciencia y solidaridad. Me refiero a la historia de Oliver.

Ese chavalín de dos años, trasladado desde México a Barcelona (desesperadamente) gracias a un anónimo que pagó el viaje. Tras una primera operación esta semana los médicos del hospital Sant Joan de Deu le han logrado extirpar el 90 por ciento de un tumor cerebral.

Queda mucho. Esto (ojalá) no ha hecho más que empezar, pero el mensaje de fuerza del Oliver y sus padres, de ayuda de ese empresario anónimo, el mensaje de ciencia de ese equipo médico es impresionante.

Le queda mucho, sin duda, al pequeño Oliver pero todos los protagonistas de esta historia nos están dando una lección de esperanza. Y nos hace mucha falta.

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