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'El bueno, el feo y el malo' de Jorge Bustos

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'El bueno, el feo y el malo' de Jorge Bustos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

''Hemos cerrado uno de los periodos de sesiones más conflictivos de la democracia, pero don Mariano puede irse satisfecho de vacaciones con el techo de gasto aprobado por la mínima y dos años más de legislatura garantizados. Es verdad que ha pedido a sus diputados y senadores que no veraneen muy lejos por si hay que votar alguna medida de emergencia para parar el golpe de los purgados por el sí, pero por lo demás todo cursa con el sopor habitual a estas alturas de julio. Eso sí, Rajoy marcharía a Galicia más tranquilo si al frente del Partido Socialista no se encontrase quien hoy se encuentra, sino su líder anterior.

El bueno: Javier Fernández

Por el discurso que dio esta semana en la recogida de la Almuravela de Oro en el hermoso pueblo asturiano de Cudillero. Un discurso extraordinario que dispara la nostalgia de aquellos buenos viejos tiempos en que mandaba en el PSOE, aunque fuera de forma interina, un hombre cabal, inteligente, culto, responsable. Pedro Sánchez tiene otras virtudes, por ejemplo es alto y guapo; no sé si le adornan cualidades añadidas a esas, pero desde luego carece de todas las que acabo de citar. Se trataba de un elogio de la moderación como virtud política a menudo despreciada por el radicalismo ibérico, que si no vive instalado en el conflicto permanente parece que está vendiéndose al mitológico Ibex o a la larguísima mano de la bajita Soraya. Cito a Fernández para coincidir con él en que, abro comillas, “ser moderado consiste en no interpretar la política como un combate, en no achicarla a un antagonismo que opone un nosotros virtuoso frente a un ellos vicioso”. Fernández encarna la izquierda ilustrada y reivindica el acuerdo con el rival por el bien común frente al no es no del egoísta calculador que no ve más allá de su propio beneficio. Era evidente que alguien como don Javier no podía durar en el trono de este PSOE mediocre y sectario. Una pena para España.

El feo: Guillermo Zapata

El concejal más famoso del populismo español. Y decimos populismo a secas porque ya no creemos que Zapata pueda ser tildado de comunista, pese a sus forofismos castristas de antaño, porque acaba de descubrir el placer del capitalismo. Zapata se ha dado de baja de Podemos porque está harto de repartir su sueldo con las innumerables bocas del activismo zurdo. Dice que ya paga a su facción, y que el partido de Iglesias no es su partido, pero no añade lo realmente significativo: que ha experimentado que el dinero está mejor en su bolsillo que en el de Pablo Iglesias. Bienvenido sea usted al liberalismo, don Guillermo. Nunca es tarde para enderezar toda una vida militando en el error.

La pelea de fondo es orgánica, más que ideológica, y la razón del expediente que ha precipitado la salida de Zapata tiene que ver con el deseo de Iglesias de controlar las listas electorales en el Ayuntamiento de Madrid, que no termina de sometérsele como a él le gusta. Carmena, de la que ahora hablaremos, dirige a duras penas una corporación escindida en variopintas sectas de extrema izquierda que no se avienen bien entre ellas, pero no quiere que el macho alfa venga a ponerle orden en una casa que ella tampoco sabe gobernar, con dos imputados por malversación y media docena de expedientados. Si pierden las elecciones de 2019, siempre les queda la posibilidad de fundar una compañía de vodevil y salir de gira.

La mala: Manuela Carmena

Y ya nos duele conceder el título de mala de la semana a una señora de apariencia tan inofensiva y senectud tan adorable. Pero doña Manuela también se equivoca, y esta semana gravemente a propósito de su negativa inicial a homenajear a Miguel Ángel Blanco con la peregrina excusa de no particularizar en él ningún acto por no disgustar al resto de víctimas. Como si a alguna víctima le pudiera molestar el tributo a quien es el símbolo supremo de todas ellas porque así lo decidieron no los políticos, sino todos los españoles que inundaron las ciudades hace ahora 20 años.

Ha servido para constatar la degradación moral de la política española. El sectarismo rebrotado de cierta izquierda, que no logra encariñarse con otras víctimas que no sean las de las cuentas franquistas. Y también, por decirlo todo, la presión en exceso patrimonial que el PP ha ejercido sobre Carmena, que se basta sola para equivocarse como para que encima la presionen. Luego rectificó sumándose al homenaje y luego volvió a equivocarse abroncando a Mari Mar Blanco. Da mucha pena, en fin, que la España oficial nunca sepa estar a la altura de los mejores hitos de su historia compartida.

Una bala en la recámara

Había pensado decir algo sobre el esperpento berlanguiano de Naseiro en la comisión parlamentaria, o el contraataque del PP enchufando el ventilador contra la oposición en el Senado. Pero me quedo con las lanchas de abordaje fiscal de Montoro Sparrow, cuyos hombres convirtieron una inspección al parecer rutinaria en los yates de recreo de las costas pijas en un show sobreactuado en cuanto se vieron en el yate de Cristiano Ronaldo. A Ronaldo ya le investiga la Fiscalía; ahora faltan por investigar las cuentas de Instagram de los agentes de Aduanas, que seguramente están petadas de selfis con el futbolista. Es el primer mandamiento de nuestro tiempo: si no puedes ser famoso, al menos arrímate a uno. Aunque sea al abordaje''.

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