Diego Garrocho: "He conocido a personas cultísimas, profundamente amargadas, y a otras sencillas que han llevado plenas vidas y felices sin haber leído una sola página"
El profesor de Filosofía profundiza acerca de la felicidad y de su significado, alertando sobre los peligros que puede llevar

Diego Garrocho profundiza acerca de la felicidad y de su significado
Madrid - Publicado el
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¿Qué es la felicidad? La felicidad, entre otras muchas cosas, es una industria. Edgar Cavanagh y Eva Youth escribieron un excelente libro que llevaba por título Hapicracia, un término que evoca la obsesión contemporánea por alcanzar la felicidad perfecta.
Esa promesa, al igual que el elixir de la eterna juventud, ha servido para engatusar a muchos desde tiempos inmemoriales. De hecho, a la filosofía más banal le ha surgido un apéndice que promueve algo así como terapias filosóficas para convertirnos en personas más alegres o más despreocupadas.
Muchos recordarán, de hecho, ese otro libro, Más Platón y Menos Prozac, como si la lectura de los clásicos tuviera realmente una dimensión salvífica. No cabe duda de que llevar una vida cultivada y ordenada, en la que haya espacio para el ocio sereno y la lectura, puede contribuir a nuestra felicidad. La reflexión, el silencio y el cultivo del ánimo son sin duda saludables. Pero de ahí afirmar que la filosofía nos hace felices, hay un trecho algo cuestionable.
Si observamos la historia del pensamiento, no parece, qué sé yo, que figuras como Habermas hayan sido especialmente venturosas. Tampoco Heidegger parece demasiado feliz en sus retratos. De hecho, el rostro severo y profundo con el que tantos pensadores suelen posar se compadece poco con la vida regalada que algunos asocian con la felicidad. He conocido a personas cultísimas, profundamente amargadas, y a otras sencillas que han llevado plenas vidas y felices sin haber leído una sola página de escénica.
La lectura de los estoicos puede ofrecernos buenos consejos, pero el misterio de cómo construir una vida plena y satisfactoria es demasiado serio como para dejarlo en manos de una sola disciplina. Huyan en general de quienes aseguran que la filosofía cura todos los males o que los filósofos son imprescindibles en las empresas. Es muy probable que ellos también estén intentando vender algo.