Diego Garrocho: "En lugar de agitar el fantasma de los bulos de internet, si les importa la veracidad, deberían legislar la propia política"
El profesor de Filosofía reacciona a al nuevo anteproyecto de ley del derecho a rectificación que ha anunciado el ministro Bolaños
Madrid - Publicado el
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¿Debemos tener derecho a mentir? El Gobierno ha aprobado este martes un anteproyecto de ley del derecho a rectificación. Esta nueva norma, que está pendiente todavía de que llegue al Congreso y que se apruebe en Cortes, facultaría a cualquier ciudadano a actuar contra las noticias falsas contra él o contra su entorno. E incluirá a usuarios de redes sociales con más de 100.000 usuarios. El pobre Ángel tiene más de 260.000, así que tiene que tener cuidado a partir de ahora si finalmente se aprueba.
Lo delicado, ya sin bromas, es quien distingue entre la verdad o la falsedad, o quien determina qué es y qué no es un bulo. La reforma legislativa la ha anunciado Félix Bolaños, quien, por ejemplo, el otro día dijo en sede parlamentaria que Cayetana Álvarez de Toledo había estado en la sala de máquinas del 11-M. Cabe recordar que la diputada llegó al Partido Popular dos años después. De modo que habría que revisar si Bolaños llegó a poner o no en Twitter esa información falsa, no vaya a ser como el alguacil alguacilado.
Fue también Félix Bolaños quien, de forma deliberada, intentó instalar en la opinión pública la percepción de que la Comisión de Venecia avalaba la amnistía con la que el PSOE obtuvo los votos de Junts para investir a Pedro Sánchez como presidente del gobierno. El documento es público y cualquier ciudadano podrá constatar que el dictamen de la comisión establecía exactamente lo contrario de lo que intentó hacer pasar, por cierto, el ministro Bolaños.
Los bulos y las mentiras erosionan, qué duda cabe, nuestra convivencia democrática. Pero en una democracia la libertad de expresión debe ser siempre un derecho prioritario que sólo puede intervenirse con una precisión milimétrica y, a ser posible, con un consenso amplio.
Ver al legislador asumir que puede meter las manos en Twitter y que puede legislar contra personas que puedan equivocarse o utilizar la ironía da algo de miedo porque hablamos de legisladores que, por ejemplo, han intentado desacreditar información veraz de medios solventes sólo porque esa información comprometía a personas de su círculo íntimo, y eso estarán conmigo en que es algo preocupante. Y, más allá de lo grosero de lo inquietante de la medida, estarán conmigo en que tiene su miga ver hablar de veracidad a personas como Félix Bolaños, María Jesús Montero, Pirada Alegría o el propio Pedro Sánchez.
En lugar de agitar el fantasma de los bulos de internet, si les importa la veracidad, por mi parte creo que lo que deberían hacer es legislar la propia política. ¿Quién vigila al vigilante? Bueno pues esa es la duda, que podían tener un mínimo de contención o de buen gusto porque a veces ni siquiera hace falta una legislación, basta con comprometerse con un uso veraz de la palabra pública.