Diego Garrocho: "De quienes jamás me fiaré es de aquellos que promueven alianzas con China movidos por intereses personales"

El profesor de Filosofía reflexiona sobre si España debe pactar con regímenes totalitarios como China en plena crisis por los aranceles

Diego Garrocho
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Redacción digital

Madrid - Publicado el

2 min lectura

¿Debe España pactar con regímenes totalitarios? Pues esta es una pregunta sumamente compleja, ya que nuestro país mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con numerosos estados que no son democracias. El debate suele reavivarse cuando surgen casos como la decisión de España de vender tres corbetas a Arabia Saudí a finales de año pasado o ahora con el viaje de Pedro Sánchez a China

Algunas personas sostienen que China es un régimen autoritario que no respeta los derechos fundamentales y está en lo cierto y por eso sostienen que nunca debería convertirse en un socio preferente. Otros, en cambio, adoptan una visión más pragmática. Esta tensión entre principios y utilidad fue planteada por Max Weber en La política como vocación, un breve ensayo en el que el pensador alemán distinguió entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. 

La ética de la convicción puede describirse como una postura maximalista, basada en principios férreos y en valores absolutos. Es una ética de máximos, aunque en ocasiones puede parecer demasiado ambiciosa y poco operativa. En contraste, la ética de la responsabilidad, en la que con frecuencia se refugian políticos y hombros de acción, es mucho más pragmática, pues asume contradicciones en aras de fines mayores. 

No obstante, y contrariamente a lo que muchos dicen, Max Weber no se decantó ni por una ni por otra. En política, a menudo es necesario hacer concesiones, y las decisiones prácticas suelen ser mucho más complejas y turbias que los dilemas morales que planteamos, por ejemplo, en clase. Sin embargo, no creo que la política deba renunciar a su ambición moral y es obvio que países como China o Arabia Saudí se oponen al orden moral y a las garantías esenciales que han caracterizado a Occidente. 

Si somos realistas, el dilema que plantea Sánchez es verdaderamente endiablado. Eso sí, de quienes jamás me fiaré es de aquellos que promueven alianzas con China movidos no por principios, sino por intereses personales.

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