Expósito, desde el centro de refugiados de Galati: "No podemos olvidar a las madres ucranianas con sus hijos"
Lisa y su madre, Lilia son de Jersón y acaban de cruzar la frontera. Como ellas miles de mujeres y sus hijos, siguen saliendo de Ucrania en uno de los mayores éxodos de la historia
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Ángel Expósito, con un equipo de La Linterna, se ha desplazado a la frontera entre Ucrania, Moldavia y Rumanía para comprobar cómo se encuentran la situación a escasos kilómetros de la peor guerra de los últimos años y que protagonizan Ucrania y Rusia, tras la invasión de esta última a la primera hace año y medio, aproximadamente.
Más de 7,5 millones de ucranianos, la mayoría mujeres y niños, han salido de Ucrania desde el comienzo de la invasión rusa. Son refugiados en Europa. Casi un tercio habría vuelto al país.
En sólo año y medio han huido de Ucrania más personas que los siete millones que han saliedo de Venezuela en años y años de crisis o los 5,5 millones que escaparon de Siria en más de una década de terror.
El mayor éxodo se produjo en los primeros meses del conflicto, aún hay quien sigue huyendo de su país. Es el caso de Lisa y de su madre, Lilia. Son de Jerson, una de las zonas más afectadas por los bombardeos y por la ocupación rusa. Decidieron cruzar la frontera hace solo unos días como le cuentan a Expósito.
Lisa tienen 13 años y en tan solo una semana se ha ganado a todo el personal del centro de refugiados en el que viven. La frontera se ha convertido en un cruces de caminos. Y es que hay quien sale de Ucrania como Lisa y su madre, pero cada vez son más los que han decidido regresar.
Marian que trabaja para UNICEF en el paso fronterizo de Isaccea. Durante meses se ha dedicado a dar la primera asistencia a los refugiados que huían Ucrania, pero desde hace unas semanas está viendo como hay quien quiere regresar a su país y hace el camino inverso le ha explicado al equipo de La Linterna desplazado a este programa especial.
La gran mayoría no quieren volver. Muchos de ellos se han instalado en casas de acogida que empezaron siendo permanentes, provisionales, pero que con el paso de los meses se han convertido en su hogar para ellos y para sus hijos, que tratando de olvidar cómo han llegado hasta allí intentan seguir siendo niños.