Los comportamientos de tus hijos que desvelan que eres un padre sobreprotector: "Les hago un flaco favor"
La psicóloga Aurora García Moreno explica en La Linterna de COPE qué comportamientos caracterizan a una persona sobreprotegida y qué consecuencias tendrá en su vida adulta
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Se les conoce como padres helicópteros y se caracterizan por ser sobreprotectores y demasiado controladores con sus hijos. Están pendientes de que no sufran, de que no se confundan o cometan algún error. Por eso, cuando son pequeños, les limitan su capacidad de decidir y son ellos quienes les dicen con quién jugar o cómo actuar.
Emma tiene dos hijos de cinco años y aunque intenta no protegerles en exceso, reconoce que es controladora: “Les acabo haciendo un flaco favor porque en cosas cotidianas como atarse los zapatos o lavarse los dientes termino haciéndolo yo por la rapidez”. Sabe que sus hijos tienen que ser independientes, que la sobreprotección no es buena, pero muchas veces implica esfuerzo, paciencia y tiempo que no tiene. Las consecuencias son que los niños se han acostumbrado a tener a sus padres detrás, y cuando les exige algo, no reconocen esa tarea como suya: “Están acostumbrados a tenerme detrás y se han acostumbrado, es mi culpa”.
Muchas personas que han sido sobreprotegidas en su infancia, después tienen problemas para manejar sus emociones. No controlan sus cambios de humor, sus sentimientos o son más débiles a la hora de enfrentarse a los retos que surgen en cada etapa de crecimiento.
Las consecuencias que tiene en tu hijo ser un padre sobreprotector
La psicóloga Aurora García Moreno explica en ‘La Linterna’ de COPE qué caracteriza a una persona sobreprotegida: “Es una persona a la que se le ha impedido construir su propia personalidad porque todo se le ha dado muy hecho. Además, no se les ha dado la oportunidad de que desarrollen habilidades que son muy necesarias para adquirir la madurez mental”.
¿De qué forma influye la sobreprotección a la vida adulta?: “Estos niños que han crecido con tanta sobreprotección puede ocurrir que se conviertan en niños muy inseguros y sin criterio, o, en el otro extremo, tenemos a los niños “emperadores” que creen que pueden hacer todo lo que quieren porque creen que sus padres se van a hacer responsables de cualquier problema. Ambos tendrán dependencia emocional hacia sus padres, tendrán dificultad para gestionar la frustración cuando no consiguen lo que desean, suelen pensar que la culpa es siempre de los otros… acaban siendo adultos muy egocéntricos”, describe Aurora.
En el caso de los padres que sobreprotegen a sus hijos suelen ser de esta forma por algún hecho traumático que han podido sufrir o porque perciben a sus hijos muy vulnerables: “Tienen miedo de que les ocurra algo y necesitan saber que están totalmente seguros. Son padres que se hacen responsables de las responsabilidades de sus hijos. Suelen hablar en plural, por ejemplo, “mañana tenemos examen”. Otro rasgo es la necesidad de saber qué están haciendo sus hijos en todo momento y, sobre todo, promueven una relación muy tóxica con sus hijos”.
Pautas para evitar la sobreprotección
“Cuando los niños piden ayuda para realizar tareas escolares o para defenderse de insultos de amigos, es fundamental no resolverles estas dificultades con inmediatez. Hay que proporcionarles herramientas para que logren resolverlos por ellos mismos”, apunta la psicóloga, destacando que es importante no evitar que se equivoquen y, si lo hacen, hay que ayudarles a entender en qué se han equivocado, además de “fomentar las relaciones sociales para construir su propia personalidad”. Todo esto les ayudará a adquirir responsabilidades y enfrentar los miedos, sintiéndose apoyados por los padres.
A la hora de realizar una terapia con personas que han sido protegidas, Aurora explica que no es un proceso sencillo: “Hay que empezar rompiendo los esquemas mentales erróneos que tienen sobre sus capacidades y habilidades que les impiden enfrentarse a situaciones de miedo. También es importante fomentar las interacciones sociales para potenciar ese desarrollo de su personalidad en contextos diferentes al familiar”. En definitiva, conseguir que la persona construya una percepción positiva hacia sí misma y unas características de personalidad que le permitan tomar decisiones y gestionar la frustración.