Foto de cierre: La mirada más joven

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Me quedo con una foto que publica La Razón, es una imagen en blanco y negro, sobre un lecho limpio yace un bebe, quizás de ocho o nueve meses, con un pelo recio, con el puño en la boca, ya están dando guerra las puntas de los dientes que asoman en las encías, la nariz chata, los ojos oscuros, vivísimos, grandes, que parecen destinados a comerse el ancho mundo. El niño reposa su cabeza sobre el brazo de su abuelo que le recoge con una mano en la que el tiempo y la artritis han dejado sus huellas. El abuelo sonríe, complacido, contento, mirando a su nieto. La piel del abuelo, oscura, con manchas contrasta con la piel blanca del nieto que está por estrenar. El abuelo, digo, sonríe y la sonrisa le rejuvenece, que seguramente al mirar ese cuerpito del nieto, esos ojazos negros es más fácil mirar bien, no dejarse llevar por el resentimiento y la queja. Que la mirada del nieto limpia la mirada del abuelo, y se da cuenta el abuelo de que, a pesar de los achaques, tampoco él ha perdido su juventud. Que es verdad que todo ha ido demasiado rápido, que es verdad que casi sin darse cuenta se convirtió en un hombre mayor, que harían falta mil vidas para vivir todo lo que uno deseaba haber vivido, y ni aún así hubiera bastado, que una vida es poco, pero ahora, el abuelo, al mirar los ojos del nieto se da cuenta de que no ha perdido su juventud, es él mismo pero es otro, ya las fuerzas están disminuidas, ya la risa no es tan brillante en el tiempo que no vuelve. Pero cada dolor hizo al abuelo más firme y ahora se ha vuelto más sencillo, mas inteligente, sobre todo más agradecido, que al mirar a los ojos de su nieto le surgen de dentro un agradecimiento sereno, agradecimiento ante cada jornada que se abre, ante cada fruto que madura, ante cada respiro. Limpia la mirada que, más joven que nunca, sabe reconocer lo que antes no veía, más joven que nunca la mirada del abuelo se sorprende porque las cosas sigan siendo, porque él siga siendo. La mirada del abuelo, más joven que nunca, reconoce de forma más nítida la secreta compañía de la secreta esperanza que le arrastra hacia lo que viene, no hacia el que se queda atrás, la secreta esperanza que le dice que lo mejor está por llegar.