Estamos ante una Semana Santa aderezada este año con la campaña electoral. Nada tienen que ver las cofradías y hermandades con los partidos políticos salvo la fe inquebrantable que se supone de los militantes hacia el líder de turno. Procesionan los candidatos por España, al tiempo que florecen en este domingo las primeras encuestas con la campaña oficial ya iniciada.
Dicen que una encuesta electoral es una foto del momento político, un instante que puede variar. Lo cierto es que llevamos ya tanto tiempo de campaña que, no solo tenemos una foto, es que tenemos ya un auténtico álbum de boda, de bautizo y hasta la comunión.
La foto de hoy es la del un sondeo de la Gad3 para la Vanguardia que pronostica, a día de hoy, una cómoda victoria del PSOE y que la suma de PP, Ciudadanos y Vox no alcanzaría la mayoría absoluta. Esta fotografía del momento político deja varias claves que se vienen repitiendo durante las últimas semanas y que pueden ser determinantes.
La primera es que el número de indecisos es elevado. Según esta última encuesta hasta un 26% de electores no ha decidido todavía a quien va a votar. Otras encuestas elevan el porcentaje de indecisión hasta el 40%.
Además, las tres fuerzas de centro derecha, PP, Ciudadanos y VOX sumarían más votos que el PSOE y Podemos pero la división de ese voto se traduciría en menos escaños.
Por otro lado, el PSOE sería la fuerza más votada, el PP la segunda pero con una fuerte caída de votos. Podemos también acusa un gran desgaste, Ciudadanos pierde fuelle y VOX obtendría un 10% del porcentaje de voto. La participación rondaría el 71%, muy parecida a la registrada, quizás algo superior a la registrada en las elecciones de 2016.
Esta encuesta es solo una foto del momento pero se mantiene la tendencia de los últimos sondeos. Así que, a falta de realidades que sólo tendremos el día 28 de abril por la noche, ahora hablamos de tendencias.
Lo que está claro, por ahora, es que sea quien sea el ganador tendrá que pactar para alcanzar el poder salvo sorpresa mayúscula. El PSOE mantiene abiertas todas las puertas, por supuesto la de Podemos pero también la del PNV y estaría dispuesto a traspasar otros umbrales políticamente más sombríos como los del independentismo catalán o Bildu.
En las últimas horas ha llamado bastante la atención una carta abierta de los políticos independentistas presos de Junts per Cat en la que suavizan el tono y la forma. Son más flexibles y se ofrecen a dar estabilidad a un hipotético gobierno de Pedro Sánchez a cambio de dialogar sobre la posibilidad de un referendum.
Una carta que la propia dirección independentista del Partido de Puigdemont ha tenido que salir a matizar por boca de la Laura Borrás, la número dos de la lista de Junts per Cat al Congreso quien asegura que la línea roja de la autodeterminación no se va a mover. El independentismo desde luego apuesta por Sánchez porque no van a encontrar otro mejor que él. Y en este juego entra por ejemplo la ambigüedad que ha mantenido el PSOE con el tema de posibles indultos si los independentistas resultan condenados.
Y mientras tanto, en esta campaña, la derecha le está haciendo un favor el PSOE. Es curioso que mientras Sánchez no para de hacer alusión a la unión de las tres derechas, PP, Ciudadanos y VOX no paran de darse codazos para coger sitio.
Hablando de VOX. Más allá de las frases lapidarias y promesas de campaña, ayer vivieron la escena desagradable del día. Hacían campaña en el País Vasco y salieron los espectros radicales independentistas. Nostálgicos de tiempos muy cercanos en los que se justificaban asesinatos por ideología política.
Le pasó al PP en Barcelona esta misma semana. Ayer a VOX. Cientos de radicales se afanaron primero en San Sebastián y luego en Bilbao para impedir y tratar de boicotear el acto de Santiago Abascal en el País Vasco; insultos, amenazas o zarandeos a quienes osaran acudir. No faltó ningún ingrediente de los tiempos más oscuros.