Ángel Correas: "Érase una vez el 14 de marzo de 2020... Así podría arrancar nuestro relato de miedo"
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Quién nos iba a decir hace un año lo que nos iba a cambiar la vida. Quien nos iba a decir que un virus nos iba a acorralar en nuestras casas, que iba a poner en jaque nuestra economía, iba a recortar derechos y libertades, iba dejar la borde del colapso nuestro sistema sanitario o que iba a convertir residencias de ancianos en antesalas de muerte. Parece un cuento de miedo, una historia de terror y así podría comenzar este monólogo "Érase una vez, un 14 de marzo de 2020..." El día en el que oficialmente comenzó la pandemia en España con ese decreto de estado de alarma que imponía un confinamiento duro.
El día 15 de marzo nos levantamos encerrados, sin saber qué iba a pasar, sin saber dónde estaba el enemigo al que llamamos coronavirus y sin saber cómo combatirlo.
No hace falta recordar qué sentimos o cómo lo vivimos. La incertidumbre fue un sentimiento universal y de aquellos días hay imágenes que todos compartimos. Esas colas en supermercados escasos de productos, las salas de hospital desbordadas de pacientes, los pabellones deportivos convertidos en morgues. Compartimos estas imágenes, compartimos los sonidos de calles desiertas y compartimos también los sonidos de los aplausos a las ocho de la tarde.
UNA GESTIÓN CON LUCES Y SOMBRAS
A un año vista, hay luces y muchas sombras en la gestión. En la cara de la moneda, de aquellos días de confinamiento estricto sí que podemos decir que, a pesar de todas las limitaciones, la cadena de suministros a la población, de alimentos, productos básicos, energía o seguridad ciudadana funcionaron a nivel general. Ese golpe se paró bien.
No se puede decir lo mismo de la gestión sanitaria de aquellos primeros tres meses en los que el Gobierno se vio desbordado desde el principio con esa sensación de estar a merced del viento y parcheando, a contra pie, una situación detrás de otra. Un desmentido detrás de otro.
El balance un año después es que España ocupa el octavo lugar mundial con más casos detectados de coronavirus y el décimo en el número de muertos. Rondamos los 73.000 oficialmente, según el ministerio de Sanidad, aunque otros indicadores estadísticos oficiales indican que esa mortalidad puede estar más ajustada a la realidad si hablamos de 100.000 fallecidos.
En esta macabra lista nos superan otros países como Estados Unidos, Brasil, la India o Méjico pero su población es muy superior a la española. Nuestra media de fallecidos deja a España como uno de los países con peores datos del mundo y no digamos ya de Europa. Desde este punto de vista, a día de hoy no hay absolutamente nada de lo que presumir.
Mención aparte merece el análisis puramente político. De los últimos 365 días, los españoles hemos pasado 239 bajo una situación de estado de alarma... ha sido una España gobernada a base de decreto, hasta 37 se han dictado en un año, lo que ha hecho difuminarse cualquier control parlamentario sobre el Gobierno y permite aún a día de hoy a Pedro Sánchez esquivar el Congreso.
LA COGOBERNANZA
En este contexto es en el que se acuñó el término "cogobernanza". Oficialmente para que las regiones gestionaran su desescalada pero en la práctica sirvió para que el Gobierno se desentendiera después de una más que discutible gestión de la primera ola.
Sanidad soltó lastre y llegaron 17 modelos diferentes de gestión de la pandemia que han evidenciado sentencias judiciales contradictorias. En unos territorios, los jueces han permitido cosas que en otros se han prohibido. A día de hoy, sigue sin haber una propuesta legislativa que unifique los criterios a nivel nacional.
BALANCE ECONÓMICO DEMOLEDOR
De nuevo, no hay de lo que presumir. Según la OCDE España es el país del mundo que peor ha soportado la crisis generada por la pandemia. Nuestra dependencia de un sector como el turismo, con todo lo que conlleva en hostelería y servicios, nos ha situado al borde del abismo. El Producto Interior Bruto (PIB) ha retrocedido más de once puntos el paro ha crecido en 762.000 personas, hay medio millón de autónomos dependientes de ayudas y tenemos casi 800.000 trabajadores en situación de ERES temporales, sin saber cuántos de ellos salvarán al final el empleo. Con todo, ha tenido que pasar un año hasta que se han aprobado, este pasado viernes, las primeras ayudas directas. Para muchos llegan demasiado tarde.
Es el balance, a bote pronto, de un año que se cierra con la esperanza puesta en las vacunas.
A este cuento de miedo todavía no podemos ponerle el “colorín colorado” pero si aquel 14 de marzo de 2020 imperaba la incertidumbre y este 14 de marzo, al menos, tenemos algo de esperanza.