Correas: "Con tanta fiesta te preguntas si estamos en el mismo país donde se han suspendido las procesiones"
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España a pleno rendimiento en la campaña de vacunación. Si fuera una locomotora antigua diríamos que marcha a toda velocidad pero falta carbón para mantener el ritmo. En este caso, que faltan vacunas. Aún así, en las últimas horas se ha alcanzado un nuevo record con 307.000 dosis inoculadas en 24 horas. Casi el 14% de la población ha recibido una dosis y el 7%, unas 2.800.000 personas están inmunizadas con las dos dosis de las vacunas que actualmente administramos en España.
¿Significa esto que ahora vamos viento en popa y a toda vela hacia el objetivo del 70% de inmunizados para el verano? No, significa que vamos mejor de los íbamos pero el ritmo es todavía insuficiente. Ahora bien, hay dos indicios para la esperanza. El primero es que afrontamos esta semana con más de dos millones de dosis. Y el segundo es que es inminente la llegada de la vacuna de Jansen que al tratarse de una vacuna de una sola dosis aumentará la inmunización directa.
A lo largo de este viernes, Sanidad ha distribuido un millón de dosis de AstraZeneca y la gran mayoría de regiones continúan con la vacunación con diferentes estrategias a lo largo de estos días festivos. Tan solo Aragón ha ralentizado el proceso a la espera de más vacunas.
Mientras tanto, no podemos perder de vista la situación del coronavirus. Seis regiones han aumentado los casos y la presión hospitalaria en las últimas 24 horas. El punto nacional con mayor incidencia es la Ciudad de Melilla que roza los 500 casos por cada 100 Mil. Navarra tiene una incidencia de 305 casos, Ceuta de 293 y Madrid de 279. En el otro extremo, la Comunidad Valenciana es la que ahora mismo tiene una cifra envidiable. No llega a los 29 casos por cada 100 Mil habitantes.
En el País Vasco, capitales como Bilbao o Vitoria están cerca de los niveles que marcan el cierre perimetral. Precisamente, del País Vasco nos llegan varias imágenes, como mínimo para una reflexión. Escenas que ahora mismo, en pandemia, están fuera de contexto. Son miles de aficionados de la Real Sociedad o del Athletic de Bilbao, despidiendo a sus equipos que este fin de semana juegan la final de la Copa del. Hay muchas ganas de volver a la normalidad, hay ganas de ver a tu equipo ganar una final, hay quien no ha podido resistirse a dar un último empujón de ánimo, pero por desgracia ni las ganas, ni las buenas intenciones aportan nada si para ello hay que salirse de marco de restricciones. No es momento de escenas como estas.
Y luego están las fiestas que no cesan. La semana pasada fue una calle de Madrid es escenario del cachondeo irresponsable. Ahora el sonido nos llega de una playa de Barcelona, la Barceloneta. Con un buen número de personas, extranjeros o no, de baile, con ganas de marcha pero sin mascarilla.
Cosas así te hacen preguntarte si de verdad estamos en el mismo país donde se han suspendido las procesiones de Semana Santa o donde te puede caer una buena multa por saltarnos las restricciones. Y sí, es el mismo. Lo que cambia es la responsabilidad que no todos la asumen de la misma manera. Algunos ni la asumen.
Este Jueves Santo la Guardia Civil realizó más de 32 Mil controles a vehículos para controlar las restricciones de movimientos. Se pusieron 1.166 sanciones. En cuanto al clima político. En la Comunidad de Madrid seguimos en campaña. Con más de lo mismo. EL PSOE ha impugnado la inclusión de Tony Cantó en las listas del PP porque dice, se empadronó fuera de tiempo. En el PP insisten en que todo está correcto.
Fuera de Madrid, Ciudadanos sigue sin cicatrizar su crisis. Ahora la herida sangra por Melilla. Ciudadanos ha expulsado al presidente de la ciudad autónoma, Eduardo de Castro, por incumplir las directrices del partido y por haber ocultado su condición de imputado en un procedimiento penal. La Fiscalía le había denunciado por prevaricación al adjudicar el servicio de grúas de la ciudad.
La otra noticia que nos deja este viernes nos lleva al ataque con lo que parece un cocktail molotov a la sede de Podemos en Cartagena, en Murcia. Provocó un incendio en la puerta. Pablo Iglesias está en plena campaña madrileña, donde por cierto ha vuelto a Vallecas. No a vivir, ha vuelto de campaña. Iglesias ha tirado de argumentario antifascista en Twitter y reclama que se condene “sin peros” lo que considera un acto de terrorismo callejero. Lo deseable sería que esa vara de medir se aplicara a todos por igual a la hora de condenar la violencia, sea cual sea el origen. No puede no condenarse ni cuando el cocktail molotov va contra la sede de un partido político ni cuándo va contra una furgoneta de la policía, como ocurrió en Barcelona hace unas semanas.