Antonio Herráiz: "Menos mal que, según Rufián, muchos fueron ese día a merendar"
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Hoy hemos conocido la cifra de agresiones a médicos durante el pasado año. Son preocupantes. Sobre todo porque no se entiende que alguien insulte o agreda físicamente a un profesional que se dispone a estudiar qué te pasa, a curarte, y en definitiva a mejorar tu calidad de vida. Durante 2018, se denunciaron un total de 298 agresiones a profesionales sanitarios que ocasionaron 322 víctimas. De esa cifra, más de la mitad fueron a mujeres. Aunque se percibe un leve descenso respecto al ejercicio anterior, no deja de ser muy elevada.
Es una cifra oficial que podría ser incluso mayor, porque muchos profesionales no denuncian. Sobre todo, cuando esa agresión se produce después de que el paciente despierte de una operación y esté inmerso en una situación de fuerte dolor.
Las denuncias se producen porque se traspasan las normas del mínimo respeto. Las que acaban en agresión física siempre han estado precedidas de insultos y amenazas a los profesionales. Nada justifica una agresión a un médico. Ni los tiempos de espera, ni un supuesto diagnóstico erróneo ni tampoco que el médico de turno te caiga mal. Para eso están los cauces necesarios. Todas las administraciones tienen protocolos de queja para pacientes. Y ese es el camino.
En el juicio contra la cúpula separatista catalana, las declaraciones de los testigos siguen dejando en muy mal lugar a los mossos de escuadra. Hoy ha sido el turno de la secretaria judicial que participó en el registro a la consejería de economía el 20 de septiembre de 2017. Los independentistas rodearon esta sede de la administración y sabotearon varios vehículos de la Guardia Civil. Durante el cerco, la secretaria judicial, que se llama Montserrat del Toro, asegura que tuvo miedo.
Solicitó un helicóptero para abandonar la consejería desde la azotea pero no tuvo éxito. Antes había descartado hasta tres ofertas para abandonar sola el edificio. Lanzó varios SOS, la noche ya se había echado encima y finalmente salió trepando por la azotea hasta el edificio colindante. Menos mal que según Gabriel Rufián muchos, como él, fueron ese día a merendar. Menos mal.